Un escritor que aborrece a su hijo, que tiene una amante, que repite una y otra vez la misma conferencia copiada íntegramente de un intelectual portugués sobre la estructura mítica del héroe, se encuentra bajo la puerta de su casa, cuando su mujer está en el trabajo y su hijo en el colegio, una carta de Rosita, su amante, que le comunica que se irá con su marido farmacéutico cinco años fuera de Barcelona si de forma inmediata no abandona a su mujer y se fuga con ella: Habría sido magnífico fugarnos, pero tú eres un cobarde, y prefieres quedarte con Carmina y el niño horrendo. Allá tú. Iré a la conferencia porque así te lo prometí, pero en cuanto hayas terminado de marearnos a todos con lo de la estructura mítica del héroe, vaya rollo, créeme que desapareceré de tu vista como ya hice hace cinco años, y serán otros cinco o seis que estarás sin verme, mi querido charlatán nocturno.
Así comienza un día especial en la vida tranquila de un escritor que trabaja en casa, escribe novelas realistas, lee los periódicos sentado en un cómodo sillón, atiende a encargos telefónicos, espía a los vecinos con un catalejo y, a veces, va con su mujer al cine. Esa vida tranquila se va a ver alterada por la carta recibida y la presencia anunciada de Rosita en la conferencia que debe dar al final de la jornada. Para emocionarla y lograr que no se vaya, o al menos para que lo recuerde en la ausencia, se pone a pensar otra conferencia distinta a la que habitualmente desarrolla con el fin de dejar en Rosita el eco encantador de sus palabras a lo Sherezade.
Para darle seriedad a la nueva conferencia, por si acaso el repentino cambio de tema no convencía al público ni a los organizadores, proyecta un prólogo intelectual que tratará sobre las relaciones endogámicas entre espionaje y literatura. Para ello, busca las brillantes elucubraciones de un colega de su edad que había dedicado al tema un artículo que guardaba entre las páginas de una de sus novelas y se propone memorizar sus frases más inteligentes para exponerlas al auditorio como si fueran suyas.
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