9.10.18

Enrique Vila-Matas"Al sur de los párpados" 1980 Incluido en Un lugar Solitario

Al sur de los párpados, la tercera novela de Enrique Vila-Matas,es antes que nada una historia disparatada y divertida, en la que suceden constantemente cosas y personajes al ritmo vertiginoso de las novelas surrealistas, de los textos de Picabia, por poner un ejemplo. Según dice su autor en esta entrevista, «es, ante todo, una historia de amor y muerte, en una atmósfera trágica y apasionada, más allá del bien y del mal».«Me fascina», dice Enrique Vila-Matas, «una estructura argumental según la cual el protagonista que va a llegar, que debe venir o que se quiere ir, provoca el fin de la aventura.

Yo creo que ese es el esqueleto de mi novela. Ya sé que se trata de un modelo tan simple como célebre, y que tiene la característica casi constante de implicar un desplazamiento geográfico real. Stan Stain, el narrador de mi novela, viaja sin cesar, y en cuanto el viaje se realiza, la destrucción se apodera de él y termina la novela». «La nostalgia de un lugar», añade, «sólo enriquece mientras se conserva como nostalgia, pero su recuperación significa la muerte».


Y, efectivamente, los componentes básicos de la pasión surrealista, el azar y el amor como azar, la muerte y su estilización gracias al vértigo acumulativo del relato, el personaje puesto en busca de aventura azarosa, del azar objetivo de Bretón, y el sexo casi esperpéntico, violento y loco, están presentes en esta novela. «Me gusta pensar», dice Vila-Matas, «que mi novela es también el relato de un itinerario mental, o el célebre y absurdo circuito de los moteles, o el viaje del narrador por el país del autor, o la aventura de una destrucción.

Yo creo que en todas las novelas alguien busca desesperadamente algo, y se encuentra lejos o cerca de este bien según la construcción del juego. En mi novela, la historia contada tiene como tema, o al menos eso creo, la busca misma, la búsqueda del estilo».

Cuando se le pregunta por la tradición en que se inscribe -ésta es a mi modo de ver, una historia que podría ser leída como un libro de las vanguardias europeas de primeros de siglo, con su carga culturalista y autorreflexiva, los constantes guiños al lector y esa áspera carga de humor o, lo que es lo mismo, de distancia irónica hacia el propio relato, dice: «No he pertenecido nunca a ningún club, ni a ninguna peña, ni clan, ni sociedad anónima». Y, luego , pensándolo, añade: «Quiero estar en la tradición de Cervantes, de Stern, de Swift, Rabelais, Joyce, Nabokov, Borges, Kafka, los tratados de ajedrez de Capabianca». (¿Capablanca? «No. Capablanca»). «Hitchcock, Duchamp y Helenio Herrera».

Enrique Vila-Matas comenzó haciendo cine y hay algo en la novela de cinematográfico o, al menos, de esa pasión que el cine despertó en los que vieron su invención, y que se plasmaba más tarde en su literatura en forma de ubicuidad, de multiplicación de los espacios, de desgarro de la trama temporal.


«No creo que haya en mi novela», dice, «referencias al cine, del que me siento absolutamente despegado y al que odio cordialmente. Además, me propongo justo lo contrario que un guión: yo sé que mi novela anterior, La asesina ilustrada, es imposible de llevar al cine, y espero que Al sur de los párpados sea, al menos, igualmente imposible. Busco lo literario». Y más tarde diría: «La literatura no me interesa. Soy literatura». Este tipo de parodias distorsionadas llenan el libro que comentamos.

Por fin, hay un tema central en Al sur de los párpados: el tema de la mujer, que no aparece como simplemente maga, sino como destructora, creadora, mantis religiosa. Y, especialmente, la madre-amante, la destrucción del Edipo, castigada inexorablemente con el final del viaje...

EN UN LUGAR SOLITARIO


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