Crónica de Dalkey posee la maestría de crear un universo único, genial y diferente, dentro del mundo que nos rodea habitualmente, y quizá, la mano de Joyce y su Ulises tengan algo que ver. Flann O’Brien recrea con gran maestría las situaciones más disparatadas, convirtiéndolas en cotidianas y normales en el universo literario del pueblo de Dalkey y sus habitantes, y baste citar aquí el ejemplo de poner en solfa la Teoría de la relatividad de Einstein o la propia muerte de James Joyce.
No cabe duda, que dentro de este caos existencial, se destilan grandes dosis de la idiosincrasia irlandesa, donde la cerveza, el whisky y la omnipresencia de Dios y la religión, en todos y cada uno de los personajes, sirven a O’Brien para caracterizar su mundo literario. En este sentido, el conocimiento de Londres y Dublín por parte del lector, le ayudará a sentirse más cerca de la cotidianeidad de los personajes de la novela y a identificarse con muchas de sus descripciones.
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