4.9.19

El Cultural "Charles Bukowski, el reverso maldito del sueño americano" 2019 Las campanas no doblan por nadie,El pabellón de los chiflados


Lee aquí «El pabellón de los chiflados», uno de los cuentos inéditos de Charles Bukowski reunidos en Las campanas no doblan por nadie

Hay en literatura un malditismo pretencioso y falso con el que el autor fabula, aunque hay casos en los que seguir su juego acaba conduciendo de verdad al malditismo. Hay, en cambio, otro malditismo que es proyección o resultado de la vida de su autor, y con él sólo cabe hacer, cuando se puede y se sabe hacer, buena literatura. Éste fue el caso de Charles Bukowski (1920-1994), el último «escritor maldito» de la literatura norteamericana, que en vida escribió más de cincuenta libros entre novelas, relatos, ensayos, autobiografías, diarios, crónicas, reseñas y muchos poemas.

Pero además, dejó un buen número de escritos inéditos o desperdigados por ahí, muchos de los cuales ya ha publicado Anagrama en volúmenes como Ausencia del héroe (2012), más de trescientas páginas de relatos y ensayos escritos entre 1946 y 1992, o Fragmentos de un cuaderno manchado de vino (1944-1990), que vio la luz al año siguiente. Éste es también el origen de la mayoría de relatos que pueblan Las campanas no doblan por nadie, totalmente inéditos o aparecidos en periódicos y revistas como las pornográficas Hustler y Oui.

Hank ayuda a un viejo amigo alcohólico a largarse de un hospital; el empleado de un sex shop cuenta anécdotas estrambóticas protagonizadas por algunos clientes, como aquel que debido a sus problemas respiratorios pide que le hinchen una muñeca; un solitario masturbador sueña con que aparezca la mujer de su vida; un tipo es secuestrado por tres mujeres; una chica acude a una entrevista de trabajo en la que le hacen preguntas sobre prácticas sexuales extremas…

Éstas y muchas otras historias componen los 15 cuentos que Anagrama reúne en Las campanas no doblan por nadie, que muestran al Bukowski más salvaje y lúbrico. Son piezas bañadas en sexo y alcohol, escritas a pie de calle, con la afilada pluma del cronista más visceral del otro lado del sueño americano. Y como guinda también se incluyen algunos de sus dibujos, siempre feroces y procaces.

El Cultural

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