En 1992 Trent Reznor, líder de la banda de rock industrial Nine Inch Nails (un nombre abreviado como NIN y estilizado fabulosamente como NI?), no era la persona más sanota y alegre del mundo. En aquella época el hombre se encontraba buceando entre las depresiones, el alcoholismo y la adicción a las drogas mientras hacía caso omiso a las cajas de Prozac que sus amigos más cercanos le enviaban envueltas en papel de regalo. El hecho de que el cantante anduviese enfrentado al guitarrista Richard Patrick, que acompañaba a la banda durante las giras, y que también estuviese peleado con su propia discográfica, TVT Records, tan solo complicaba más la estabilidad mental del caballero.
Por eso mismo el hombre decidió coger la autovía clásica del artista: montó su propio sello discográfico y comenzó a tramar un nuevo disco, el segundo de NI? tras Pretty Hate Machine, inspirado en sus desgracias vitales. El resultado fue un álbum con el optimista título The Downward Spiral y unas entrañas nihilistas, violentas y oscuras que podrían ser la banda sonora de un ascensor cuya única parada es el infierno. Si tenemos en cuenta dónde y cómo fue grabado también podemos asegurar que era exactamente eso.
Tras renunciar a los estudios de grabación de Nueva Orleans, Reznor decidió viajar hasta el otro extremo del país en busca del lugar con la mejor acústica para registrar sus tinieblas musicales. El músico se fue hasta el Beverly Hills californiano, y más concretamente se mudó a una lujosa residencia ubicada en el 10050 de Cielo Drive. O la dirección más famosa de la historia de Hollywood por el peor de los motivos: haber sido la casa en la que Charles Manson y los tarados de sus seguidores asesinaron salvajemente a Sharon Tate (por aquel entonces casada con Roman Polanski, ausente cuando ocurrió el crimen) y cuatro personas más.
Reznor instaló su propio estudio de grabación en el escenario de aquella matanza en lo que parecía más una estrategia publicitaria que una decisión técnica, aunque el hombre siempre negó que alquilase el lugar por el morbo. «Necesitaba un local lo suficientemente amplio como para construir todo un estudio en su interior. Ojeé un montón de casas diferentes y casualmente esta resultó ser la que más me gustó», explicaba el cantante, «Al llegar nos hicimos con una copia del libro Helter Skelter: The True Story of the Manson Murders para comprobar si aquel era el mismo lugar. Y allí estaba todo, el mismo dormitorio, la puerta de entrada, la piscina. […]
Al principio hasta los ruidos más pequeños me asustaban, pero tras un tiempo el lugar era como mi hogar […] Y a la larga la casa no resultaba tan terrorífica como triste, pacíficamente triste. En ocasiones llegaba a la residencia y me encontraba ramos de rosas muertas y velas encendidas en la puerta principal. Era realmente extraño. ¿Para quién era esos santuarios? ¿Para Tate o para Manson?». En el fondo, Reznor se lo tomó todo bastante bien y parecía estar encantado con que sus musas fueran las malas vibraciones del lugar. El líder de NI? hasta bautizó oficialmente aquel estudio de grabación como Le Pig, en alusión a la palabra que durante la masacre fue escrita con la sangre de Tate en la puerta de entrada a la casa: «Pig».
Al principio hasta los ruidos más pequeños me asustaban, pero tras un tiempo el lugar era como mi hogar […] Y a la larga la casa no resultaba tan terrorífica como triste, pacíficamente triste. En ocasiones llegaba a la residencia y me encontraba ramos de rosas muertas y velas encendidas en la puerta principal. Era realmente extraño. ¿Para quién era esos santuarios? ¿Para Tate o para Manson?». En el fondo, Reznor se lo tomó todo bastante bien y parecía estar encantado con que sus musas fueran las malas vibraciones del lugar. El líder de NI? hasta bautizó oficialmente aquel estudio de grabación como Le Pig, en alusión a la palabra que durante la masacre fue escrita con la sangre de Tate en la puerta de entrada a la casa: «Pig».
Marilyn Manson se enteró de que su amiguete Reznor tenía montado un estudio en aquel emplazamiento tan exótico y tardó poco en plantarse en el lugar junto a su banda para regrabar el que iba a ser su primer disco oficial, Portrait of an American Family, que les estaba saliendo bastante blandurrio. En su caso la decisión de trabajar en ese escenario del crimen tenía más que ver con el mero shock value que con cualquier otra cosa. No podía ser de otro modo para alguien que lucía en su nombre artístico un apellido en referencia al mismísimo Charles Manson.
¿Quién necesita un estudio de grabación?
La rumorología popular insinuó durante años que el disco conceptual de black metal Nattens Madrigal: Aatte Hymne Til Ulven I Manden firmado por los noruegos Ulver fue grabado en medio del bosque, durante una noche cerrada, con los miembros del grupo enfundados en trajes de Armani, empapados en cocaína, pilotando un corvette y peleándose contra manadas de lobos salvajes. Desgraciadamente, el líder y vocalista de Ulver, Kristoffer Rygg, explicó que todo aquello era mentira durante una entrevista: «¿Realmente creéis que la compañía nos iba a adelantar tanta pasta como para comprar un corvette negro» y añadir «puede que sí para lo de los trajes y las drogas, eso no lo niego» mientras pasaba de puntillas sobre todo el tema ese de los lobos asilvestrados.
En realidad la historia sobre la gestación de Nattens Madrigal en medio de tanta fauna agresiva no era más que una muy colorida leyenda urbana extendida y avivada por la propia discográfica para mitificar a la banda y el disco. Pero la tontería podría sonar hasta creíble teniendo en cuenta que muchísimos otros grupos en la historia de la música han renunciado al estudio clásico de grabación para parir sus discos en los lugares más inusuales posibles.
Desde las profundidades
A la banda de drone metal Sunn O))) se le ocurrió que la mejor forma de fabricar una atmósfera opresiva para el tema «Báthory Erzsébet», del álbum Black One, era apostar por el camino más directo: invitar al cantante Malefic (Scott Conner) de la agrupación Xasthur y aprovechar que el pobre hombre padecía claustrofobia para encerrarlo en un baúl con un micrófono y obligarle a cantar desde ahí la letra del tema.
Bajo otro tipo de presión Katie Melua registro su Concert Under the Sea, un par de actuaciones para DVD que realizó junto a su banda a trescientos metros bajo el nivel del mar, en el interior de una plataforma petrolífera noruega y con una audiencia formada por los trabajadores del lugar. «Es el bolo más surrealista que he hecho», sentenció la artista, y desde el Libro Guinness le comunicaron que además de surrealista también era excepcional: actualmente Melua ostenta el record mundial del concierto subacuático realizado a mayor profundidad.
Los islandeses Sigur Ros no llegaron a bucear tanto para producir el elepé (), pero también optaron por tocar donde otros habían chapoteado: tras descartar grabar en una antigua base de la OTAN, la banda localizó una piscina de los años treinta abandonada, sacó la billetera para comprarla junto a todos los edificios adyacentes y construyó en su interior un estudio de grabación bautizado Sundlaugin («Piscina» en islandés).
Bajo otro tipo de presión Katie Melua registro su Concert Under the Sea, un par de actuaciones para DVD que realizó junto a su banda a trescientos metros bajo el nivel del mar, en el interior de una plataforma petrolífera noruega y con una audiencia formada por los trabajadores del lugar. «Es el bolo más surrealista que he hecho», sentenció la artista, y desde el Libro Guinness le comunicaron que además de surrealista también era excepcional: actualmente Melua ostenta el record mundial del concierto subacuático realizado a mayor profundidad.
Los islandeses Sigur Ros no llegaron a bucear tanto para producir el elepé (), pero también optaron por tocar donde otros habían chapoteado: tras descartar grabar en una antigua base de la OTAN, la banda localizó una piscina de los años treinta abandonada, sacó la billetera para comprarla junto a todos los edificios adyacentes y construyó en su interior un estudio de grabación bautizado Sundlaugin («Piscina» en islandés).
En el año 2000, el grupo de hip hop alemán Die Fantastischen Vier aceptó la invitación de la MTV de producir un Unplugged. Pero a la hora de grabarlo le provocaron más de un dolor de cabeza a los productores de la cadena musical al emperrarse en decidir el dónde y el cómo: en lugar de tocar en los estudios que MTV tenían en Londres, Die Fantastischen Vier se fueron a dar el concierto en el interior de la Balver Höhle, una caverna de la región alemana de Sauerland.
En 1990, el británico Lustmord publicó Heresy, un disco que ayudo a cimentar el subgénero del dark ambient y estaba cargado de atmósferas siniestras y opresivas. Piezas que Lustmord había fabricado a lo largo de tres años grabando en el interior de diversas criptas, catacumbas, cuevas, refugios subterráneos y minas. En los setenta, German Oak editó un disco homónimo que con el tiempo se convertiría en uno de los ejemplos más extraños de la corriente krautrock. Un elepé de rock experimental cargado de referencias nazis y grabado dentro de un búnker de la Segunda Guerra Mundial que tan solo vendió once copias en su momento y acabó convertido en objeto de coleccionista más por su rareza que por méritos artísticos.
En 1990, el británico Lustmord publicó Heresy, un disco que ayudo a cimentar el subgénero del dark ambient y estaba cargado de atmósferas siniestras y opresivas. Piezas que Lustmord había fabricado a lo largo de tres años grabando en el interior de diversas criptas, catacumbas, cuevas, refugios subterráneos y minas. En los setenta, German Oak editó un disco homónimo que con el tiempo se convertiría en uno de los ejemplos más extraños de la corriente krautrock. Un elepé de rock experimental cargado de referencias nazis y grabado dentro de un búnker de la Segunda Guerra Mundial que tan solo vendió once copias en su momento y acabó convertido en objeto de coleccionista más por su rareza que por méritos artísticos.
El compositor alemán Nils Frahm acostumbra a trabajar en el Funkhaus berlinés, una edificación que alojó una fábrica de madera hace más de setenta años y un estudio de radio durante los cincuenta. Pero Frahm también es muy de improvisar sobre la marcha a la hora de cazar sonidos, incluso cuando se pasea en chanclas por la costa española. Su álbum All Music incluye un elemento inusual, un sonido que descubrió de vacaciones en Mallorca al mover unas tablas de la casa del siglo XVI («o por ahí») donde se hospedaba y toparse con un pozo seco. En aquel lugar, las gotas producían un soniquete muy de «Blade Runner ochentero» y Frahm se montó su propio miniestudio, colocando micrófonos en el interior del pozo y atrapando aquellos ecos para convertirlos en parte de su orquesta.
El estudio de grabación es para los cobardes
Los dos primeros discos de The Black Keys se gestaron en el sótano del batería, Patrick Carney. Pero a la altura del tercero, la agrupación formada por Carney y Dan Auerbach decidió que era necesario subir de estatus y profesionalizarse un poco. Y se metieron en una fábrica de caucho para grabar «entre paneles de yeso desmoronado, polvo de hormigón y posiblemente niveles tóxicos de amianto». El resultado fue un LP convenientemente titulado Rubber Factory.
Mike Patton confeccionó Adult Themes For Voice en los hoteles donde se alojaba durante la gira del grupo del que era vocalista (Faith No More). Aunque aquel disco era más una excentricidad disparatada que una composición al uso: treinta y cuatro cortes sin una sola nota musical donde Patton gritaba, suspiraba, aullaba, murmuraba, producía sonidos guturales, aplaudía y en general elaboraba un pastiche sonoro de difícil digestión.
El «disco» tuvo el detalle de listar en su interior los hoteles en los que había sido grabado, incluyendo los números de habitaciones. Damon Albarn también aprovechó una gira para engendrar un disco: en la carretera y durante el tour del Plastic Beach, el tío se montó un nuevo disco de Gorillaz (The Fall) en una treintena de días tirando de su iPad. Great Lake Swimmers elaboraron su disco de debut en el interior de un silo de cereales. En el 77, The Modern Lovers grabaron su Rock ‘n’ Roll With the Modern Lovers en el lavabo de caballeros de la CBS porque el lavabo de las damas no tenía la misma acústica, «El factor decisivo fueron sin duda los urinarios para hombres, gracias a ellos se adquiría un sonido particular» aclararía años más tarde Leroy Ratcliffe.
Las voces de algunos temas del Pandemonium de Killing Joke fueron registradas en la cámara del rey de la gran pirámide de Guiza. Y a unos cuantos artistas, entre los que se encuentran gente como Tori Amos, PJ Harvey o The Cowboy Junkies, se les ocurrió llevar los micrófonos y el equipo al interior de una iglesia para aprovechar los ecos.
El «disco» tuvo el detalle de listar en su interior los hoteles en los que había sido grabado, incluyendo los números de habitaciones. Damon Albarn también aprovechó una gira para engendrar un disco: en la carretera y durante el tour del Plastic Beach, el tío se montó un nuevo disco de Gorillaz (The Fall) en una treintena de días tirando de su iPad. Great Lake Swimmers elaboraron su disco de debut en el interior de un silo de cereales. En el 77, The Modern Lovers grabaron su Rock ‘n’ Roll With the Modern Lovers en el lavabo de caballeros de la CBS porque el lavabo de las damas no tenía la misma acústica, «El factor decisivo fueron sin duda los urinarios para hombres, gracias a ellos se adquiría un sonido particular» aclararía años más tarde Leroy Ratcliffe.
Las voces de algunos temas del Pandemonium de Killing Joke fueron registradas en la cámara del rey de la gran pirámide de Guiza. Y a unos cuantos artistas, entre los que se encuentran gente como Tori Amos, PJ Harvey o The Cowboy Junkies, se les ocurrió llevar los micrófonos y el equipo al interior de una iglesia para aprovechar los ecos.
El puto loco de Varg Vikernes fue condenado a veinte años de prisión tras apuñalar a su compañero de banda Øystein Aarseth cuando ambos militaban en ese nido de amor que fue Mayhem, pero aquello no le impidió dejar de publicar discos. Entre rejas compuso dos álbumes (Dauði Baldrs y Hliðskjálf) tirando de sintetizadores porque no tenía permitido meter en la celda ningún otro tipo de instrumento.
La casa del terror
En el verano de 1973, los sanotes chicos de Black Sabbath se acomodaron en una casa de Bel Air para comenzar a moldear los temas del que iba a ser su quinto disco. El problema es que iban todos hasta el culo de drogas y en aquella reunión el grupo no fue capaz de escribir ni tan siquiera una sola canción entera. El guitarrista Tony lommi estaba completamente en blanco tras una gira, la del disco Volume 4, que hubo de ser cancelada cuando el hombre se desplomó durante un concierto por haberse pasado de las rayas: «Tony se había estado metiendo coca durante días. Bueno, como todos los demás, pero es que él había ido hasta el límite» apuntó Ozzy Osbourne, un señor famoso por sus hábitos saludables y una dieta equilibrada a base de masticar cabezas de palomas y esnifar hormigas vivas. La banda también andaba entre encabronada y de bajón porque su sala habitual de grabación en el estudio Record Plant de Los Ángeles había sido ocupada por un gigantesco sintetizador que se había dejado por allí Stevie Wonder.
Los Sabbath decidieron que la única salida posible era buscar inspiración gótica y regresaron a su Reino Unido para instalarse en el castillo Clearwell de Gloucestershire. Una mansión del año 1727 donde también grabarían discos Led Zeppelin, Deep Purple, Sweet, Mott the Hoople, Van Der Graaf Generator, Bad Company o Badfinger. Y un lugar donde los miembros de Black Sabbath no solo encontraron abundantes musas (en las mazmorras del castillo nació el riff de «Sabbath Bloody Sabbath») sino que además también se cagaron de miedo. «No eramos los Señores de la Oscuridad sino más bien Los Señores de la Mierda-de-Gallina» explicaba Ozzy. «En aquel sitio jugábamos a asustarnos los unos a los otros, pero luego ninguno podía pegar ojo. Por la noche te tumbabas con los ojos como platos, esperando que en cualquier momento una armadura vacía entrase en la habitación para meterte una daga por el culo».
ommi confirmó que el sitio les erizaba a todos los pelos en exceso, «al final nos íbamos en coche a nuestras casas por la noche y conducíamos de nuevo todo el camino de vuelta a la mañana siguiente. Era bastante ridículo». Bill Ward, batería del grupo, fue uno de los que peor lo llevaba, las noches que tocaba pernoctar en el lugar el hombre andaba tan acojonado como para irse con un puñal a la cama. Pero lo mejor de todo es que la producción de aquel disco contó con una estrella invitada poco común y a la que nadie había invitado: un fantasma. «Ensayábamos en la armería», recordaba lommi, «Y una noche, mientras caminaba por los pasillos junto a Ozzy, vimos a una persona envuelta en una capa negra. Comenzamos a perseguir a aquella figura hasta la armería, pero cuando entramos en la sala no había nadie, quienquiera que fuese se había evaporado de repente. Al comentárselo a los dueños del castillo nos explicaron que ya sabían de la existencia del espectro: “Oh sí, ese es el fantasma de tal y cual” y nos dejaron con cara de “¿¡Qué!?”».
Black Sabbath no fueron los únicos en apuntarse a aporrear instrumentos en localizaciones malrolleras. Sepultura registró el tema «Kaiowas» entre las paredes del decrépito castillo Chepstow en Gales. The Drones idearon el LP Gala Mil en el interior de un molino abandonado de Tasmania. Y Radiohead fabricó el pelotazo de OK Computer huyendo del estudio clásico, «Los estudios son lugares horribles para trabajar. Son muy poco musicales» explicaba el guitarrista Jonny Greenwood, e instalándose en St Catherine’s Court. Una mansión del siglo XVI que otrora Enrique VIII de Inglaterra había cedido a su sastre a cambio de que hiciese de canguro de su hija ilegítima.
El casoplón pertenecía en la época moderna a la exchica Bond Jane Seymour, una mujer que cedió las llaves del lugar a la banda de Thom Yorke con la condición de que se ocupasen de alimentar y mimar a su gatito residente en el alcázar. OK Computer salió tan redondo como para que los críticos acabasen encajándolo eternamente en cualquier lista de los mejores discos de la historia, pero lo más hermoso de todo es que los británicos no solo salieron encantados del lugar sino también convencidos de que el lugar estaba encantado. Yorke: «Los fantasmas me hablaban mientras dormía. Hubo un momento en el que me desperté tras toda una noche oyendo voces y decidí cortarme el pelo. Intenté hacerlo con las tijeras pequeñas que vienen en una navaja, pero me corté un par de veces y fue un desastre. Cuando bajé las escaleras y vi a los demás me preguntaron que si estaba bien. Phil Selway muy amablemente me afeitó la cabeza».
El casoplón pertenecía en la época moderna a la exchica Bond Jane Seymour, una mujer que cedió las llaves del lugar a la banda de Thom Yorke con la condición de que se ocupasen de alimentar y mimar a su gatito residente en el alcázar. OK Computer salió tan redondo como para que los críticos acabasen encajándolo eternamente en cualquier lista de los mejores discos de la historia, pero lo más hermoso de todo es que los británicos no solo salieron encantados del lugar sino también convencidos de que el lugar estaba encantado. Yorke: «Los fantasmas me hablaban mientras dormía. Hubo un momento en el que me desperté tras toda una noche oyendo voces y decidí cortarme el pelo. Intenté hacerlo con las tijeras pequeñas que vienen en una navaja, pero me corté un par de veces y fue un desastre. Cuando bajé las escaleras y vi a los demás me preguntaron que si estaba bien. Phil Selway muy amablemente me afeitó la cabeza».
Pero la vivienda maldita más popular de todo el panorama musical es The Mansion, una chocilla de 1918 con diez habitaciones que perteneció a Errol Flynn en los años treinta, al productor musical Rick Rubin hasta hace un par de días y en la actualidad está a nombre del realizador Mark Romanek. The Mansion tiene el honor de haber sido el lugar elegido por numerosos artistas para grabar sus discos, por allí se pasearon los Red Hot Chili Peppers (para grabar Blood Sugar Sex Magik, Stadium Arcadium y un par de canciones nuevas para sus Greatest Hits), Marilyn Manson (Holly Wood), American Head Charge (The War of Art), The Mars Volta (De-Loused in the Comatorium), Jay-Z (para el tema «99 Problems»), Slipknot (Vol. 3), System of a Down (Mezmerize, Hypnotize), Ours (Dancing For the Death of an Imaginary Enemy), Audioslave (Out of Exile), Linkin Park (Minutes to Midnight), Maroon 5 (It Won’t Be Soon Before Long), LCD Soundsystem (This Is Happening), Lorde (Secret Sessions) y Major Lazer (para el corte «Blow That Smoke»).
La parte bonita de todo esto es que popularmente dicha mansión es famosa por estar plagada de fantasmas traviesos. El productor Dave Sardy asegura que se tropezó con un ente detrás de una cortina que se esfumó al instante, el bajista Twiggy Ramirez escuchó un piano cuando se encontraba a solas en la mansión y Marilyn Manson declaró que sintió un tsunami de malas vibraciones al trabajar en las dependencias de la residencia, aunque eso es algo que Manson declararía que siente hasta desayunando Chocapics en pijama. Chad Smith, batería de los Red Hot Chili Peppers, decidió no dormir en la mansión porque le daba escalofríos mientras que John Frusciante, guitarrista de la misma banda, se lo tomó con más calma al reconocer que sí, que había fantasmas, pero que por lo menos eran «amigables».
Daron Malakian (de System of a Down) comentó que cada día a las cuatro de la tarde el equipo comenzaba a hacer cosas raras, y Corey Taylor (de Slipknot) le sacó una foto a un par de orbes que aparecieron flotando en su habitación. La peor parte se la llevó Joey Jordison (batería en Slipknot) al explicar que cuando bajó al sótano del edificio fue atacado sexualmente por un espíritu pervertido que le toqueteo las partes. Jordison no volvió a pisar los bajos del lugar durante toda la grabación del Vol. 3 para evitar que otro fantasma le pisase a él los bajos.
Daron Malakian (de System of a Down) comentó que cada día a las cuatro de la tarde el equipo comenzaba a hacer cosas raras, y Corey Taylor (de Slipknot) le sacó una foto a un par de orbes que aparecieron flotando en su habitación. La peor parte se la llevó Joey Jordison (batería en Slipknot) al explicar que cuando bajó al sótano del edificio fue atacado sexualmente por un espíritu pervertido que le toqueteo las partes. Jordison no volvió a pisar los bajos del lugar durante toda la grabación del Vol. 3 para evitar que otro fantasma le pisase a él los bajos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario