Y aclaración (im)pertinente: aquí los cuerpos no son más sólidos que las sombras ni las sombras más reveladoras que los cuerpos. Unos y otras -en orden y desorden alfabético- van juntos y están unidas hasta que mi muerte los y las separe para que sigan viviendo para siempre en las listas de los que permanecen y de los que vendrán y leerán.”
Los infinitos, de John Banville (y La vida breve, de Juan Carlos Onetti)
Poderes terrenales, de Anthony Burgess (y Trilogía Deptford, de Robertson Davies)
Música para camaleones, de Truman Capote (y Una casa para siempre, de Enrique Vila-Matas)
Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes (y Obra completa, de William Shakespeare)
La invención y la trama, de Adolfo Bioy Casares (y Borges, de Adolfo Bioy Casares)
Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë (Drácula, de Bram Stoker)
Relatos, de John Cheever (y Cuentos completos, de Henry James)
Letras, de Bob Dylan (y Postales de invierno, de Ann Beattie)
Grandes esperanzas, de Charles Dickens (y El mundo según Garp, de John Irving)
El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald (y El buen soldado, de Ford Madox Ford)
Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez (y Las vírgenes suicidas, de Jeffrey Eugenides)
La Odisea/Ilíada, de Homero (y La divina comedia, de Dante)
Dr. Bloodmoney, de Philip K. Dick (e Hijo de Jesús, de Denis Johnson)
El secreto de Joe Gould, de Joseph Mitchell (y Estrella distante, de Roberto Bolaño)
El mar, el mar, de Iris Murdoch (y El teatro de Sabbath, de Philip Roth)
Habla, memoria, de Vladimir Nabokov (y A conciencia, de John Updike)
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust (y Moby-Dick, de Herman Melville)
Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut (y los cuentos y nouvelles de la familia Glass de J. D. Salinger como un libro, sí, “unstuck in time”).
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