La Notte de Antonioni, en la que Marcello Mastroianni interpreta a un escritor, y, en concreto, ante el principio de esa película, cuando éste está a punto de acudir a la presentación de su libro en Milán. Y era eso, nosotros lo vimos y ea eso. Era exactamente eso. Era absolutamente lo que queríamos ser y lo que nos hacía desearlo aún más a los diecisiete años, cada uno en su sala de cine, a ti en Barcelona y a mí en una horrible ciudad del sureste de Francia. Escribir era ya mi objetivo, no tan accesible por cierto, aun cuando me parecía que era lo único que podía hacer.
Pero el escritor-Mastroianni se convertía en un ideal de ese objetivo hasta en los detalles que tú mencionas-el cuello de su camisa, idealmente planchado, su coche-, y sobre todo con Jeanne Moreau de su brazo (algo que, desde luego, no era un detalle menor). Sin embargo, ahora desconfío de la palabra "escritor", intento utilizarla lo menos posible para referirme a mi mismo, salvo cuando realmente me veo obligado a decir el nombre de mi oficio: y es que me parece fetichizado, revestido, marmóreo, plomizo, solemne, en pocas palabras: exasperante, y además no es un oficio.
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