¿CÓMO se habían encontrado? Por casualidad, como todo el mundo. ¿Cómo se llamaban? ¿Qué os importa eso? ¿De dónde venían? Del lugar más cercano. ¿Adónde iban? ¿Acaso sabe nadie dónde va? ¿Qué decían? El amo no decía nada; y Jacques decía que su capitán decía que todo cuanto nos acontece de bueno y malo aquí abajo está escrito allá arriba, en el cielo.
AMO
Mucho decir es eso...
JACQUES
Mi capitán añadía aun que cada bala disparada de un fusil sale con su billete de destino.
AMO
¡Y cuánta razón tenía!
Con esa declaración de principios que explica la clave del título comienza Jacques el fatalista, una de las más deslumbrantes piezas de ficción jamás escritas, en palabras de Félix de Azúa que define esta novela como el artificio más moderno del siglo XVIII y ve en su protagonista un precedente del agrimensor kafkiano.
Diderot trabajó en ella durante veinte años, pero no se publicó hasta 1796, doce años después de su muerte.
Satírica y filosófica, delirante y transgresora, de estructura compleja y trama divertida, Jacques el fatalista, heredera de la ironía de Cervantes y del buen humor de Sterne, es un soplo de libertad en el reglado y racional siglo de las luces.
Desde su comienzo es una provocación, una ruptura con las convenciones del género, con la noción misma de realidad, pero también una afirmación de la libertad que caracteriza a la novela moderna desde su fundación.
La ambigüedad de lo real que estaba en la base del Quijote es también fundamental en Jacques el fatalista. Porque hasta lo único que parecía claro desde el principio, quién era el amo y quién el criado, se convierte en algo dudoso pocas páginas después.
La relación de dependencia entre el amo y Jacques sugiere una inversión de papeles semejante a la que se produce en la segunda parte del Quijote entre el caballero y Sancho también por efecto del valor dialéctico de la conversación.
Una influencia evidente que se completa con la relación episódica, constructiva y tonal con el Tristram Shandy de Sterne.
Crítica del relato, celebración de la ironía, la paradoja y la imaginación, esta novela itinerante y conversacional crea su propia realidad a través de cinco narradores y de una reunión de historias y de personajes extravagantes en una estructura de cajas chinas con la que unos relatos se encajan en otros mediante un sabio uso del diálogo.
Una conversación en voz alta y una explosión de impertinente libertad escribía Milan Kundera de esta novela que definía como un festín de la inteligencia, el humor y la fantasía /.../ sin el que la historia de la novela estaría incompleta.
BackList la ha recuperado en una espléndida traducción de María Fortunata Prieto con una sabia presentación de Barbara K. Toumarkine.
Santos Domínguez
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