Nota de suicidio : “Perdono tutti e a tutti chiedo perdono. Va bene? Non fate troppi pettegolezzi” (“Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No chismorreen demasiado”).
Las (pen)últimas palabras de Césare Pavese las escribió sobre un papel. Decían textualmente: “Perdono a todos y a todos pido perdón. No chismorreen demasiado“. Con estas dos frases se despedía Cesare Pavese.
Escritas en una página, desde una de las habitaciones del hotel Roma, de la ciudad de Turín.
Escritas antes de suicidarse tras ingerir seis sobres de somníferos. De la misma manera en que se suicidaba uno de sus personajes de “Tra Donne Sole“, “Entre Mujeres Solas“.
Pavese yace sobre la cama, vestido, salvo porque se ha quitado los zapatos…
Había llegado al hotel a primera hora de la tarde del 27 de agosto de 1950.
Desde la habitación, en aquellos tiempos en los que había que solicitar a la centralita del hotel las llamadas, Pavese pidió entre tres y cuatro números a los que llamar.
Todas las llamadas, dirigidas a mujeres. Fernanda Pivano, (popular periodista que entrevistó a Charles Bukowski en el famoso “Lo que más me gusta es rascarme los sobacos”) no puede acudir a la llamada pues su marido está enfermo.
Otra llamada la realiza a una joven.
Al parecer la telefonista, algo curiosa, debió escuchar la conversación pues se sabe que la respuesta de la muchacha a la propuesta planteada por Pavese fue: “No voy porque eres un cara larga y me aburres“
A partir de este punto cabe preguntarse si acaso alguna de las llamadas que realizó hubiese sido contestada, Pavese no se hubiese quitado la vida aquella tarde de agosto.
Lo cierto es que las razones, como veremos después, venían de lejos.
Fue un camarero, preocupado porque ya eran las 20:30 horas y no se había visto al escritor en todo el día, quien tras llamar repetidamente a la puerta sin obtener respuesta, la tiró abajo y encontró, yacente, a Pavese muerto sobre la cama.
En la mesilla había dejado “Los Diálogos de Leucò“, en cuya primera página ha escrito sus últimas palabras… curiosamente, días antes de recibir el prestigioso premio Strega.
Decíamos sus últimas palabras, si bien, en su diario, de dónde se desprenden muchas de las explicaciones que sus principales biógrafos han dado sobre las grandes incógnitas de su vida, también hizo una última anotación elocuente: “No más palabras. Un gesto. No escribiré más“.
Apuntan los biógrafos de Pavese la importancia que tuvo el paisaje que rodeó su infancia. Los viñedos, las colinas de Santo Stefano Belbo, en el Piamonte, donde pasaba los otoños y los veranos. De hecho, la mayor parte de su obra se desarrolla en Turín, en el entorno físico y, se podría decir, que sentimental.
Cesare nace cuando tres de sus hermanos han fallecido. Él y su hermana, seis años mayor, son los únicos hijos del matrimonio Pavese que consiguen sobrevivir.
Es cuando el futuro escritor cumple los seis años cuando sucede un hecho de verdadera importancia en su vida: el padre se ve aquejado por un cáncer cerebral.
Es alrededor de este trágico suceso cuando acontece un hecho concreto que quedaría grabado en su memoria.
Cuando el padre yace en el lecho de muerte, moribundo, le pide a su mujer que le permita ser visitado por una vecina, mujer a la que había amado.
La visita le fue negada y la imagen del suceso trascendería la memoria de niño de Cesare.
Y es que su relación con las mujeres fue un punto de tormento continuo que sumió a Pavese en muchos momentos críticos.
De la adolescencia siempre recordaría la escena en la que una bailarina con la que había acordado una cita le dejó plantado, esperándola bajo una aciaga lluvia, mientras ella “huía” por la puerta trasera del teatro.
Puede que no solo por este tipo de hechos, pero sí que contribuyeron a forjar un carácter, Pavese vivió una obsesión temprana por el suicidio.
En su diario contó cómo el material para el que sería su primer poema lo extrajo cuando subió a la colina donde se había suicidado por amor un conocido suyo.
Allí, disparó contra el suelo para sentir el sonido, el eco retumbando alrededor.
Pavese tenía quince años.
En realidad, durante toda su existencia estuvo observando las tragedias, buscando culpas y causas. Así, sus biógrafos hablan de que el poeta entra en una espiral donde se suele autocastigar.
Por ejemplo, escribe en su diario con cierta agresividad sobre las mujeres que conoce, pero que no le corresponden en el amor. Rencor y sarcasmo se funden en sus escritos.
De tal manera que parece llegar a la conclusión de que el sufrimiento es inútil, pero en vez de retomar el vuelo y salir del oscuro pozo en el que se encuentra, vuelve a caer ante lo que podría calificarse como pequeños acontecimientos que le devuelven a la desesperanza.
Y, a pesar de encontrar el éxito literario, éste le parece insignificante y no le satisface. Es más poderosa la derrota sentimental.
Desde el plano político, Pavese fue un antifascista cultural convencido, comprometido también por amor, que le costó el destierro y, para variar, el sufrimiento. Es el momento en el que conoce a “la mujer de la voz ronca”.
La Mujer de la Voz Ronca
Así la llamaban él y sus amigos. Tras doctorarse y, tras la muerte de su madre, sucede un hecho que mueve los cimientos de la vida de Pavese.
Mientras trabaja para la editorial Einaudi se enamora de una mujer a la que llaman “la donna dalla voce rauna”.
Esta mujer, que mantiene una breve relación con el escritor le pide que reciba la correspondencia que su exnovio le envía desde la cárcel, en Roma, en la que se encuentra preso por motivos políticos.
Pavese, quizá de forma inocente, accede y comienza a recibir el correo. La policía fascista, en una investigación, sigue la ruta de las cartas localizando el domicilio del poeta y le incrimina al creer que está involucrado en una trama contraria al régimen. Este hecho le conduce, primero a la cárcel y después al destierro en Calabria.
Al dolor de la prisión se le une el dolor sentimental cuando al salir del presidio descubre que la mujer se ha casado con el que era su exnovio ya en libertad.
En el tiempo del destierro se publica su primer libro de poemas “Labore Stanca” en el que describe a la mujer que no le amó.
El castigo de la cárcel es duro para el poeta. Y lo es más aún el tiempo de destierro. Lejos de la familia, los amigos y la mujer a la que amaba se ve reflejado en su trabajo literario.
Es un ejemplo “Notte di Festa en la Cárcel“. Y lo son las cartas que envía desde la Calabria. Además de solicitar dinero y libros, encuentra motivo para quejarse de todo: del frío, del pueblo, del asma y de la falta de alimento. Y vuelve a rondarle la idea del suicidio. En 1935, cuando lleva tres años de castigo, escribe a un amigo:
“Nos veremos a mi regreso (…) a menos que alguna mañana se me escape la mano al hacerme el nudo de la corbata”.
Tras el destierro contacta con grupos comunistas. Vuelve a la editorial Eunaudi, que componen en su mayoría escritores antifascistas, muchos encarcelados. Aunque Pavese parece convivir con la política sin involucrarse.
Mientras sus amigos luchan contra el fascismo, él marcha a las montañas para seguir escribiendo. Allí surge “La Casa in Collina” de marcado carácter autobiográfico.
En 1945 se une al partido comunista y comienza a escribir artículos políticos que prefiere no publicar.
Era, sin duda, un comunista literario más que social o político.
Pensaba que era necesario crear una cultura que estuviera enraizada en la vida popular.
En los últimos tiempos se acercó a la literatura norteamericana, escribiendo análisis literarios.
En su vida, prematuramente truncada, cultivó prácticamente todos los géneros: la narrativa, el ensayo, el artículo periodístico, la crítica literaria.
Las Obras de Cesare Pavese son:
-Trabajar Cansa 1930-40
-La Cárcel 1938
-De Tu Tierra 1939
-El Bello Verano 1940
-La Playa 1941
-Feria de Agosto 1944
-La Tierra y la Muerte 1945
– Diálogos con Leucò 1945
– El Camarada 1946
-La Casa de la Colina 1948
-El Diablo en las Colinas 1948
-Entre Mujeres Solas 1949
-La Luna y las Fogatas
Póstumamente:
-Vendrá la Muerte… 1949
-La Literatura Americana y otros Ensayos
–El Oficio de Vivir. Diario. 1935-1950
-Noche de Fiesta, con Bianca Garuti 1955
-Cartas 1966
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