¿Quién es John Galt? Esa es la pregunta que durante todo el libro se repite en un a modo de máxima para expresar el desánimo que poco a poco se extiende por el país. Cuanto todo deja de funcionar y se pregunta por que, se responde a la gallega[1]. Pero John Galt es la clave de todo, el iniciador de todo y finalmente en boca de quien Ayn Rand pone todo su ideario en un largo, farragoso, y a veces contradictorio discurso.
“Si viese usted a Atlas, el gigante que sostiene al mundo sobre sus hombros, si usted viese que él estuviese de pie, con la sangre latiendo en su pecho, con sus rodillas doblándose, con sus brazos temblando pero todavía intentando mantener al mundo en lo alto con sus últimas fuerzas, y cuanto mayor sea su esfuerzo, mayor es el peso que el mundo carga sobre sus hombros- ¿Qué le diría usted que hiciese?…[...]…Que se rebele”
La Rebelión de Atlas es por muchos considerada la obra de ficción más completa y poderosa de Rand sobre la filosofía Objetivista. En la década de los \’80, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos hizo una encuesta, preguntando cuál era el libro que mayor influencia había tenido en la vida de los encuestados. El primero en el ránking fue La Biblia, el segundo, La Rebelión de Atlas (Atlas Shrugged).
Más individuos pasan a ser libertarianos por haber leído “La Rebelión de Atlas” que por ningún otro motivo (Fuente: “The contested legacy of Ayn Rand”).
El libro narra la decadencia de los Estados Unidos como consecuencia del excesivo intervencionismo del gobierno. A pesar de que el libro se escribió entre los años 1946 y 1957, algunas personas ven en la lectura del proceso de destrucción económico que el libro narra, una situación de deterioro económico similar al vivido por Cuba a partir de 1960. El libro divide la fibra social de Estados Unidos en dos clases: la de los saqueadores y la de los no–saqueadores. Los saqueadores están dirigidos por la clase política, que piensa que toda actividad económica debe estar regulada y sometida a una fuerte imposición fiscal Los no-saqueadores son hombres emprendedores, aquellos dirigentes políticos, religiosos y sindicalistas, los capitales de empresa y los intelectuales que piensan que la solución está justamente en todo lo contrario.
Entre ellos, y más en concreto, de los patronos, surge un movimiento de protesta que se concreta en una huelga de empresarios acompañada de sabotajes y desapariciones de empresarios y emprendedores, que desaparecen misteriosamente. El líder de este movimiento es John Galt, a la vez un filósofo y científico. Galt, desde su escondite en las montañas, da órdenes, sugiere iniciativas y mueve todos los hilos. Junto con él, se refugian los principales empresarios. Durante el tiempo que dura la huelga y la desaparición de los empresarios, el sistema estadounidense se va hundiendo bajo el peso del cada vez más opresivo intervencionismo estatal.
La obra termina cuando los empresarios deciden abandonar su escondite de las Montañas Rocosas y regresan a Wall Street y a los centros de decisión; marchan encabezados por el dólar, símbolo que Galt ha elegido como estandarte de su particular rebelión. Rand quería llamar a su novela “La Huelga”; el título de La Rebelión de Atlas le fue sugerido por su esposo, pues así equipara el empresario al titán mítico que carga a sus espaldas los destinos del mundo.
Cuando la obra apareció, llamó la atención por lo atrevido y osado del planteamiento para ese entonces. Hasta ese momento, ni siquiera en Estados Unidos, alguien se había atrevido a realizar un planteamiento en el que los empresarios eran los buenos y el Estado el malvado. Para Ayn Rand, el hecho de que una huelga pudiera hundir en el caos a los Estados Unidos es la confirmación de que el país no puede vivir sin su clase empresarial, que la política debe subordinarse a las necesidades de la economía empresarial y, finalmente, que es preciso volver al espíritu de los primeros colonos que se sublevaron contra Inglaterra en el siglo XVIII: lucharon contra el intervencionismo estatal y en defensa de sus derechos individuales.
Lo que propone Rand es volver al origen de la tradición americana, solo que el héroe ya no es un granjero que se subleva contra los ingleses, sino el patrono que lucha contra el intervencionismo subyugante del estado y cuyo esfuerzo es el que verdaramente crea riqueza. Al poco tiempo de salir se vendieron cuatro millones de ejemplares de la obra. Luego de este libro, sólo escribió ensayos, en los que desarrolló explícitamente las premisas filosóficas implícitas de “La Rebelión de Atlas”. Uno de esos ensayos, “La virtud del egoísmo” es considerado uno de los manifiestos principales de la corriente filosófica de Rand.
El libro narra la decadencia de los Estados Unidos como consecuencia del excesivo intervencionismo del gobierno. A pesar de que el libro se escribió entre los años 1946 y 1957, algunas personas ven en la lectura del proceso de destrucción económico que el libro narra, una situación de deterioro económico similar al vivido por Cuba a partir de 1960. El libro divide la fibra social de Estados Unidos en dos clases: la de los saqueadores y la de los no–saqueadores. Los saqueadores están dirigidos por la clase política, que piensa que toda actividad económica debe estar regulada y sometida a una fuerte imposición fiscal Los no-saqueadores son hombres emprendedores, aquellos dirigentes políticos, religiosos y sindicalistas, los capitales de empresa y los intelectuales que piensan que la solución está justamente en todo lo contrario.
Entre ellos, y más en concreto, de los patronos, surge un movimiento de protesta que se concreta en una huelga de empresarios acompañada de sabotajes y desapariciones de empresarios y emprendedores, que desaparecen misteriosamente. El líder de este movimiento es John Galt, a la vez un filósofo y científico. Galt, desde su escondite en las montañas, da órdenes, sugiere iniciativas y mueve todos los hilos. Junto con él, se refugian los principales empresarios. Durante el tiempo que dura la huelga y la desaparición de los empresarios, el sistema estadounidense se va hundiendo bajo el peso del cada vez más opresivo intervencionismo estatal.
La obra termina cuando los empresarios deciden abandonar su escondite de las Montañas Rocosas y regresan a Wall Street y a los centros de decisión; marchan encabezados por el dólar, símbolo que Galt ha elegido como estandarte de su particular rebelión. Rand quería llamar a su novela “La Huelga”; el título de La Rebelión de Atlas le fue sugerido por su esposo, pues así equipara el empresario al titán mítico que carga a sus espaldas los destinos del mundo.
Cuando la obra apareció, llamó la atención por lo atrevido y osado del planteamiento para ese entonces. Hasta ese momento, ni siquiera en Estados Unidos, alguien se había atrevido a realizar un planteamiento en el que los empresarios eran los buenos y el Estado el malvado. Para Ayn Rand, el hecho de que una huelga pudiera hundir en el caos a los Estados Unidos es la confirmación de que el país no puede vivir sin su clase empresarial, que la política debe subordinarse a las necesidades de la economía empresarial y, finalmente, que es preciso volver al espíritu de los primeros colonos que se sublevaron contra Inglaterra en el siglo XVIII: lucharon contra el intervencionismo estatal y en defensa de sus derechos individuales.
Lo que propone Rand es volver al origen de la tradición americana, solo que el héroe ya no es un granjero que se subleva contra los ingleses, sino el patrono que lucha contra el intervencionismo subyugante del estado y cuyo esfuerzo es el que verdaramente crea riqueza. Al poco tiempo de salir se vendieron cuatro millones de ejemplares de la obra. Luego de este libro, sólo escribió ensayos, en los que desarrolló explícitamente las premisas filosóficas implícitas de “La Rebelión de Atlas”. Uno de esos ensayos, “La virtud del egoísmo” es considerado uno de los manifiestos principales de la corriente filosófica de Rand.
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