26.5.14

Black Sabbath "Vol 4" (1972)


Después de apisonar la entonces temprana escena con los rocosos riffs de su Master Of Reality, los ingleses Black Sabbath retornaron sobre el mismo cauce de sus hondas huellas en Septiembre de 1972, desatando otra reptante manada de subacordes de obscura rúbrica, que arropando esta vez tesituras de un folklore rockero más bucólico, dieron vida al ’volumen 4’ de su discografía, uno de los álbumes más exquisitos de su primera y mítica era.

Y aquella era fue la de Ozzy Osbourne, esa cara de la moneda que brilló sobre la cruz de aquella negra instrumentación con pasmosa simbiosis, una voz más carismática que virtuosa que en este álbum desgarraba y masculinizaba más su tonalidad para hacer más justicia al nuevo repertorio guitarrístico que presentaba el zurdo Iommi, ostentador este último de la ‘fórmula diabólica’, aquella fúnebre afinación que nació de las secuelas de un accidente, y que en este álbum que nos ocupa fue perpetuada para proyectar las futuras tinieblas y el alto tonelaje y octanaje del Metal, justo como hoy lo conocemos.

Esos ingredientes históricos que dan cuerpo y alma al fenómeno Black Sabbath se forjaron a fuego lento para que décadas después, grupos como Pantera o Machine Head vieran en este Vol. 4 una de sus principales influencias para crear su propio sonido, según declaraciones suyas en entrevistas, sin olvidar ese gran proyecto que fue Down, a cargo de Phil Anselmo y la créme de la créme del Metal noventista de Nueva Orleans y Los Angeles, siendo este álbum que nos ocupa notorio influjo para que esa apuesta naciera.

Como experimentando una naturaleza campestre y a ratos cósmica, es apasionante sumergirse en esta cuarta obra de los de Birmingham, que recobraban el paisajismo musical de su disco debut, el de la dama, la casa y el árbol que se erguían fantasmagóricos en ese pantanoso campo, volviendo a nuestra mente tan enigmáticas figuras sumadas al eco tardío de un ’Verano del Amor’ que los ’70 sepultaron, vibrando en la voz de Ozzy el espíritu residual de aquel Woodstock del ’68, esta vez blindado por los leñosos riffs del zurdo del bigote y las pegadas de un Bill Ward que, como por arte de magia, lograba expandir las posibilidades que le brindaba tan minimalista kit (como Mary Poppins con su bolso - ¡¿?!), parches y platillos sobre los que el expresionismo al bajo de Geezer Butler pincelaba densos sus propios argumentos, paralelos al trabajo de Iommi, pero altamente compatibles.

En menos de un mes de vida, ’Volume 4’ consiguió el Disco de Oro, siendo una obra más arriesgada y progresiva que sus antecesoras, y en la que el negro clan británico resucitó a aquel ‘Verano del Amor’ que ellos mismos dieron muerte con su goecia eléctrica, reviviéndolo con el galvanismo de sus seis cuerdas pero convirtiéndolo así en un monstruo más pesado, no exento de una efervescencia que más palpable se iría haciendo en sus siguientes trabajos, proyectándonos su ‘sueño del mañana’, un sueño profético, un sueño muy real, muy fiel al Hoy más inmediato del Metal.

1. Wheels of Confusion/The Straightener
2. Tomorrow's Dream
3. Changes
4. FX
5. Supernaut
6. Snowblind
7. Cornucopia
8. Laguna Sunrise
9. St. Vitus Dance
10. Under the Sun/Every Day Comes and Goes

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