Acabo de terminar una de las mejores novelas que he leído en mi vida. Me ha hecho reír, llorar, pensar y, sobre todo, envidiar intensamente a su autor: John Irving. El libro se llama Una mujer difícil Si pueden, tómense un par de días libres, enciérrense con estas 567 páginas de literatura total y déjense llevar. Notarán como, al poco de despegar, la novela adquiere una velocidad no exenta de turbulencias que perdura durante todo el viaje.
* Este artículo apareció en la edición impresa del lunes, 10 de mayo de 1999.
Una mujer difícil JOSÉ ANTONIO GURPEGU
John Irving es uno de esos autores que ya se consagran desde la primera novela. Con Libertad para los osos y El mundo según Garp Irving se revelaba como uno de los autores con personajes de mayor profundidad psicológica. La complejidad de los alocados Siggy y Graff en su obsesión por liberar a los animales del zoo de Viena proporcionaba a la historia el ingrediente imprescindible para que resultara atractivo lo que a priori se antojaba como un simple divertimento sin pies ni cabeza. Y esa ha sido la constante en las ocho novelas que hasta ahora ha publicado Irving: historias originalmente insulsas que terminan por convertirse en auténticas epopeyas gracias a la fuerza narrativa de sus protagonistas.
La sinopsis de Una mujer difícil participa de similar caracterización. La novela narra la vida de una escritora de éxito, Ruth Cole, que fue concebida por sus padres para "reemplazar" a dos hijos del matrimonio que murieron en accidente de circulación cuando eran unos adolescentes. Una historia, en el mejor de los casos, recurrente pero que Irving sabe dotar de una complejidad tal, tanto a los personajes como a las tramas y subtramas, que logra atraparnos desde la primera página. Al poco de iniciarse la novela leemos: “Ruth Cole llegó a ser escritora no porque sus padres hubieran esperado que su tercer hijo fuese varón. /.../ Que Thomas y Timothy murieron antes de nacer ella también formaba parte del motivo por el que Ruth Cole se convirtió en escritora.
Desde el más temprano de sus recuerdos, se vio obligada a imaginarlos.” Con una sutileza desconocida en otros autores Irving ha logrado despertar nuestro interés a la vez que relacionar al menos cuatro espacios temporales, el actual de la lectura, el de la infancia de la protagonista que es el momento que está narrando; aquel cuando fue concebida y por último su edad adulta siendo escritora. Pero no se trata de digresiones temporales ya que cada uno de los episodios carece de autonomía propia y como las piezas de un rompecabezas adquiere su verdadero sentido como una parte más del conjunto, dentro de la totalidad.
Pero obviemos disquisiciones académicas propias de la discusión teórica en las aulas y centrémonos en lo que verdaderamente interesa a los lectores, cada vez más numerosos, de Irving. Nos situamos en 1958, Long Island. Los padres de Ruth, especialmente la madre, no pudieron soportar la muerte de Thomas y Timothy y pensaron que un nuevo hijo sería un sustituto ideal para los perdidos. Pero el nacimiento de Ruth no puso fin a la crisis del matrimonio. Los padres, Ted y Marion, son escritores. Ted es un reputado autor de cuentos para niños y Marion una novelista de poco éxito.
La muerte de los hijos pesa como una losa y Marion mitiga su pena manteniendo relaciones sexuales con el joven de 16 años Eddie, contratado por Ted como ayudante, Ted por su parte mantiene numerosos encuentros con mujeres, normalmente casadas. Finalmente Marion abandona el hogar y Ruth vive con su padre, con quien mantiene una delicada relación. Han pasado los años y ahora nos encontramos en 1990 en Amsterdam -segunda sección del libro- donde Ruth, una autora de éxito pero con una vida sentimental desastrosa, investiga con vistas a su próxima novela.
Presencia el asesinato de una prostituta del barrio chino de Amsterdam y participa activamente en una organización a favor de los derechos de las prostitutas. También aparece Eddie, obsesionado por las mujeres maduras y mediocre escritor como era Marion, quien reside en Canadá escribiendo novelas de detectives. El padre se suicida y Ruth se casa con Allan, a quien no ama, pero con quien tiene a Graham. Es así como entramos en la tercera y última sección del libro, en el otoño de 1995. Ruth ha enviudado y vuelve a contraer nupcias con Harry ( el título en inglés es "A widow for one year" "Viuda por un año"). La vida ha maltratado a Ruth, pero ahora está a punto de ser feliz amando a un hombre.
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