5.10.14

Michel Houellebecq Poesía:( Sobrevivir, El sentido de la lucha, La búsqueda de la felicidad, Renacimiento)


Michel Houellebecq, autor de provocadoras y subyugantes novelas, que le han convertido en una controvertida estrella mediática internacional, es uno de los narradores más contundentes y transgresores de las últimas décadas, y también un destacado poeta. 
Su poesía establece vasos comunicantes con su narrativa, y es un corpus literario imprescindible para construir el mapa completo de uno de los pocos escritores verdaderamente radicales de la literatura contemporánea. Este volumen reúne sus cuatro libros de poesía –Sobrevivir, El sentido de la lucha, La búsqueda de la felicidad y Renacimiento– y permitirá al lector adentrarse en las claves literarias de Houellebecq. 

Rabiosamente anclados en la contemporaneidad, alternando sin complejos verso libre, verso clásico y prosa, estos poemas parten de la observación de lo cotidiano para ofrecernos una mirada subjetiva, implacable, tragicómica y lírica sobre el mundo en el que vivimos

Debemos desarrollar una actitud de no-resistencia al mundo

Debemos desarrollar una actitud de no-resistencia al mundo;
Lo negativo es negativo,
Lo positivo es positivo,
Las cosas son.
Las cosas aparecen, se transforman,
Y luego cesan simplemente de existir;
El mundo exterior, en cierto modo, viene dado.

El ser perceptivo es parecido a un alga,
Una cosa repugnante y muy blanda,
Fundamentalmente femenina
Y es eso lo que debemos alcanzar
Si es que queremos hablar del mundo.

Simplemente, hablar del mundo.
No hemos de parecernos a quien trata de plegar el mundo a sus
deseos,
A sus creencias
Pese a ello nos está permitido tener deseos,
E incluso creencias
En número limitado.
Después de todo, formamos parte del fenómeno,
Y, a título de ello, somos eminentemente respetables.
Como los lagartos.

Como los lagartos, nos calentamos al sol del fenómeno
Esperando la noche
Pero nosotros no nos batiremos,
Nosotros no debemos batirnos,
Nosotros estamos en la posición eterna del vencido.

Hipermercado - Noviembre

Primero tropecé con un congelador.
Me asusté un poco y me puse a llorar.
Alguien masculló que yo rompía el clima;
Para parecer uno más, seguí adelante.

Barriobajeros embrutecidos de mirada animal
Se cruzaban sin prisa junto al agua mineral.
De entre los anaqueles llegaba un rumor
Como de circo y desmadre. Se me torcieron los pasos.

Me empotré en el mostrador de los quesos;
Había dos viejas comprando sardinas.
Una se volvió y le dijo a la otra:
«Hay que ver qué pena, un chico de su edad.»

Y luego vi unos pies, circunspectos y anchos:
Era un vendedor que tomaba medidas.
Muchos se sorprendieron con mis nuevos zapatos;
Una última vez me quedé un poco al margen.

Transposición, control

La sociedad es quien establece las distinciones
Y los procedimientos de control
Hago acto de presencia en el supermercado,
Interpreto muy bien mi papel.

Asumo mis diferencias,
Delimito mis exigencias
Y abro la mandíbula,
Mis dientes están un poco negros.

El precio de las cosas y los seres se tasa por consenso
transparente
Donde intervienen los dientes,
La piel y los órganos,
La belleza que se marchita.

Ciertos productos con glicerina
Pueden constituir un factor de plusvalía parcial;
Decimos: «Es usted hermosa»;
El terreno está minado.

El valor de los seres y las cosas es generalmente de una
precisión extrema
Y cuando decimos: «Te quiero»
Establecemos una crítica,
Una aproximación cuántica,
Escribimos un poema.

Exhibición

Pendiente de tus palabras,
Caminaba por la plaza al azar
Los cielos se abrían, y yo debía representar un papel
En algún sitio.

Desplegada, la cascada muerta
Derramaba fragmentos de gel
Alrededor de mi arteria aorta,
Me sentía superficial.

Volcán de palabras superfluas,
Olvido de relaciones humanas
Existe un mundo en que la gente se mata,
Existe un mundo entre nuestras venas.

La aquiescencia de este mundo es sencilla
Si uno se resigna a perder la felicidad
La palabra no es inútil,
Llega justo antes de la hora

En que los fragmentos de vida estallan,
Se ordenan con serenidad
Al fondo de un ataúd decorado
Terciopelo helado, madera antigua, viejo rosa.

Terciopelo como una gaseosa
Que chisporrotea a flor de piel,
Cribado como una piel nómada
Que se desgarra en finos jirones

En un universo de atrezzo,
Un universo donde todo es bello
En un universo de exhibición,
En un universo en jirones.

Golpear donde más duela

Esfuérzate por presentarte ante Dios como 
un hombre probo, un obrero sin tacha, que dispensa
con destreza la palabra de la verdad.
Timoteo II, 2, 15

No busquéis el conocimiento por el conocimiento en sí. Todo aquello que, en poesía, no proceda directamente de la emoción, carece de valor.
(Por supuesto, se ha de entender emoción en un sentido amplio: ciertas emociones no son ni agradables ni desagradables, como, en general, es el caso del sentimiento de extrañeza.)




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