Enrique Vila-Matas recurría ayer a una máxima francesa: 'Rechazar el elogio refleja el deseo de ser elogiado dos veces'. Así manifestó su alegría por la recepción del premio. 'Yo no voy a rechazar este elogio de la literatura venezola', dijo. El escritor, que nunca fue amigo de los premios 'porque la literatura no existe para colgarse medallas', agradeció la decisión del jurado, 'formado por escritores que no son precisamente conocidos míos'. 'Este premio ha sido muy objetivo', matizó, y con este comentario se refería a la ausencia en el jurado del chileno Roberto Bolaño, ganador de la última edición del certamen (1999) con Los detectives salvajes y confeso admirador de la obra de Vila-Matas. Bolaño se excusó por razones de salud.
'El viaje vertical es un intento por enmendar lo irreductible del pasado. Es una novela escrita en un estilo transparente, económico y eficaz', dictaminó el jurado al otorgar a Vila-Matas el premio. Es el segundo español que lo recibe después de que Javier Marías lo obtuviera en 1995 por Mañana en la batalla piensa en mí. El fallo del jurado, integrado por el nicaragüense Sergio Ramírez, la española Carmen Ruiz Barrionuevo, la venezolana Victoria de Stefano y el puertorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá, fue otorgado por unanimidad.
Sergio Ramírez, portavoz del jurado, explicó en la declaración del fallo que la obra de Vila-Matas 'está emparentada con la novela que concibe el viaje como una exploración de la interioridad, que asume la extrañeza de nuevos sitios y paisajes como reflejo de una fuga hacia la muerte o la locura. Esta novela, cuyo sutil humor negro nos hace sonreír una y otra vez, también resulta enigmática; es un raro libro cuya elocuencia está en la elipsis, en la omisión de una explicación que dañaría su sentido'. Vila-Matas prefirió no valorar el juicio que se realizó de su obra, 'porque no me conozco lo suficiente como para juzgar mis libros como lo hacen los demás'.
El viaje vertical, que Anagrama publicó en España en 1999, se impuso ayer en la última criba que se realizó de las 12 novelas finalistas. Entre los autores que se habían presentado a esta edición se encontraban, entre otros, Zoé Valdés, Sergio Jablón, Soledad Puértolas, Manuel Vicent, Arturo Pérez-Reverte, Jorge Edwards o Alfredo Bryce Echenique. 'La literatura es una república de libertad, no una carrera de cien metros lisos', comentó el ganador sobre el carácter competitivo de los premios.
Vila-Matas recordó también, teniendo en cuenta la procedencia del galardón, sus más de diez años viajando por América Latina, con la voluntad de 'enlazar todas las literaturas nacionales a través del encuentro de los escritores. Espero que este premio ayude a intensificar esta relación'.
Un trayecto sin retorno El viaje vertical, décima obra narrativa de Vila-Matas, retrata a la generación perdida de españoles a la que se le negó el acceso a la cultura y a la formación tras la guerra civil. Federico Mayol, protagonista de la obra, es un hombre de unos setenta años que tiene que abandonar su hogar e iniciar un viaje sin retorno desde Barcelona hasta Madeira para enfrentarse con su destino.
El 12º Premio Rómulo Gallegos, que se concede cada dos años entre los libros publicados durante ese periodo, está dotado con 60.000 dólares, un diploma y una medalla de oro, y fue creado en 1967 para recordar al novelista y presidente de Venezuela que le da nombre y para estimular la creación en lengua castellana. Lo han conseguido, entre otros, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, por Terra nostra. Será entregado el 2 de agosto y esta última edición ha estado rodeada de varias polémicas, entre ellas la del temor a que el premio fuera suspendido por el Gobierno venezolano. Ante esta posibilidad, el jurado lanzó una exhortación en estos términos: 'Hacemos una llamada a las autoridades venezolanas, sobre todo a aquellas que tienen que ver con el ámbito de la cultura, a darle fuerza al Rómulo Gallegos y permanencia en el futuro'. El viceministro de cultura, Manuel Espinoza, presente en el acto, ofreció garantías sobre la continuidad del premio y aseguró que la preocupación por su desaparición no son más que 'temores infundados'.
Otra polémica es la que ha protagonizado el presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), Rigoberto Lanz, cuya declaración de que el premio 'es un regalo para las casas editoriales' ha causado molestias entre los escritores. Ninguno de los miembros del jurado quiso comentar este tema.
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