Los dos protagonistas, antes intercambiables que complementarios, vagabundean sin objeto, en tanto toman la decision de emprender un viaje hasta los remotos confines de la nada y el silencio.
«Mercier y Camier», novela-puente, novela-encrucijada, y también, en varios sentidos novela iniciática, no sólo porque inaugura el tránsito de Beckett a la lengua francesa y el más fructífero, febril periodo de su producción literaria (1946-1950).
La originalidad de la novela reside en la alternancia de los diálogos y el relato. Hemos querido preservarla y fundamentar el espectáculo en la relación entre una acción encarnada y actuada por Mercier y Camier, y una parte narrada, en principio específicamente novelesca.
El actor que cuenta la historia no es un «recitante» tradicional, puesto que no tiene cuerpo, no está visible, aunque sí presente. Es la voz, una pura voz. Juego de lo visible y lo invisible, esencial en el teatro de Beckett. Esta voz está materializada en escena por una simple luz, una «luz velada», un «planeta lejano», según expresiones de Beckett, tratando de precisar su visión.
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