11.3.16

Rafael Chirbes" La caida de Madrid" 2000 trilogía II

Lo más interesante y valioso de La caída de Madrid no reside en sus resortes constructivos, sino en la intensidad de los retratos que desfilan por sus páginas. Cada uno de los veinte capítulos de la novela se organiza en torno a un personaje y, aunque la narración se sirve invariablemente de la tercera persona, existe en cada caso una evidente solidaridad entre la psicología y el modo de ser del personaje y los caracteres del estilo y del lenguaje que dominan en el capítulo.
No nos hallamos, pues, ante un narrador omnisciente que sólo atiende a las diferencias entre los personajes cuando estos dialogan, sino ante un conjunto de narradores virtuales capaces de adoptar en cada situación narrativa la perspectiva, la visión del mundo y la peculiaridad expresiva del personaje cuyas acciones acompañan.

En este sentido, Chirbes acredita una maestría de escritor y un instinto idiomático que lo sitúan en un nivel artístico superior. Léase con detenimiento, por ejemplo, el capítulo tercero, centrado en Olga, repleto de sensaciones placenteras ante los refinamientos de la inminente celebración familiar: “Vigilar la decoración de las bandejas: rodeadas con huevo hilado y guindas confitadas las lonchas de jamón dulce y las galantinas; con una cenefa tejida con rodajas de limón, los canapés de ahumados; cortadas finísimas, transparentes, las lascas de ibérico” (pág. 33).

O bien: “los buenos productos tienen cierto aire de joya. Oro, en una gota de aceite de oliva; nacar, en una cortadita de mojama o de hueva de atún vistas al trasluz, en la concha de una tellina” (pág. 36). Y compárese todo esto, por ejemplo, con el capítulo noveno, o con el que cierra la novela, ambos dedicados a narrar la angustia creciente de un Lucio errante por las calles de Madrid, en los que la prosa se aleja de todo regodeo verbal, de todo placer enumerativo, para reducirse a enunciados secos y tajantes que van desgranando los recuerdos de una existencia marcada por la pobreza y los tropiezos.

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