Cuando en 1993 se lanzó Suede, el debut homónimo de la banda de Bernard Butler y Brett Anderson, los semanarios musicales británicos le dieron con ganas a la maquina del hype. Aquello, que sirvió para dar a conocer al mundo al grupo, fue también un gran obstáculo, puesto que inmediatamente se les puso en el ojo del huracán.
De hecho, ayudados por las declaraciones del siempre demasiado hablador Brett, uno de los primeros en querer sacarles los colores fue Morrissey:
“Suede son un grupo con los puntos de referencias tan bien ajustados que, en consecuencia, no hay espacio en ellos para la más mínima originalidad. Y a pesar de lo que cuenta, nunca he estado con Brett ni tan siquiera me gustaría hacerlo: parece un jovencito profundamente soporífero (…) Creo que lo que le pasa es que nunca perdonará a Dios por no haberle hecho nacer siendo Angie Bowie”.
En apenas cuatro líneas, Mozz consolidaba los reproches de muchos hacia Suede. A saber: copiones, aburridos, demasiado prendados de Bowie, poco sutiles en su ambigüedad, liderados por el cargante Brett… Así se veía al grupo entre sus detractores. Y, sin embargo, había en su música algo que, pese a la influencia glam y a que otros como The Auteurs le sacaban mayor partido, enganchaba: un don innato para el pop entendido como algo que se comparte, que engancha sin que las razones estén claras; que es absurdo y, sin embargo, parece la piedra Rosetta para descifrar lo ininteligible de nuestras vidas.
No hace falta explicar mucho a cualquier desconocido sobre a qué suenan y de qué hablan Suede, cuando todo estaba clarísimo desde el inicio de su debut. Los primeros compases de ‘So Young‘ son tan decadentes, tan juveniles, tan románticos y tan cargantes si no entras en su juego que no admiten misterio alguno. De hecho, a ellos nunca les ha preocupado demasiado esconder, o poner subtexto a sus canciones, o buscar lo sutil.
Suede eran el grupo en el que Brett dejaba frases morbosas a lo largo del disco sobre su antigua novia, Justine Frichmann (Elastica) ahora que ella estaba con Damon Albarn. Eran los tipos que escribían canciones sobre una niña violada por su propio padre y, como la prensa no lo pillaba, lo contaban en las entrevistas. Eran la banda que titulaba sus canciones con juegos de palabras sobre drogas (amyl nitrate), que las evocaba en sus letras (Let’s chase the dragon), que todo el rato hablaba de estar deprimido y ser joven… El grupo que tenía un líder que jugaba continuamente con decir una cosa y a la vez decir la otra:
“No es fácil hablar de esto porque hay un gran tabú al respecto. La he probado, pero no soy un adicto a la heroína. Siempre ha habido gran fascinación al respecto, pero, claro, yo hablo desde la perspectiva de un no-adicto. Tienes que tener cuidado: no ya en cuánto tomas, sino en cómo hablas de ella, a algunas personas les controla la vida”.
Suede eran obvios, claro que sí, y aprovechaban el encanto del escándalo. Sus letras eran las de unos Smiths mucho más exhibicionistas y más acostumbrados a ponerse hasta el culo en la calle que a quedarse mirando el mundo desde la habitación. Y explotaban cada pequeño palmo de la posible polémica. No en vano, para la portada del disco el grupo hacía referencia al juego sexual ambiguo que Brett llevaba explotando en la prensa desde los singles previos, ese famoso “soy un bisexual que aún no ha tenido una experiencia homosexual”. La sacaron de un libro llamado “Miradas robadas: fotografías de lesbianas”, ¿cómo no va a ser algo así buscado?
Lady Gaga, hoy en día, es mucho menos obvia de lo que eran Suede en sus inicios y en cada una de sus apariciones. Sólo que éstos eran pop adolescente sin haber sido diseñado por padres y no como otros grupos para adolescentes.
Musicalmente, Suede se apropiaban de los discos del Bowie glam y les sacaban todo el partido posible, alejándolos del rock. El falsete continuo de Brett, cuya voz parecía siempre al borde de no dar para más, contrastaba con el lujo instrumental de lo planteado por el grupo, en especial esas líneas de guitarra y los solos que de vez en cuando se le escapaban a Bernard Butler.
Porque Bernard era, quizás, el más sementero del grupo y también el más agresivo en lo musical. De vez en cuando, y especialmente en este debut, se le escapaban tonos muy poco pop y nada lujosos. Pero siempre parecía encontrar el arreglo perfecto para volver a la decadencia sonora en la que Suede no tenían rival. ‘Moving‘, por ejemplo, era un viaje de ida y vuelta por esas facetas; ‘Pantomime Horse‘, igual, pero en modo lento; mientras que ‘She’s Not Dead‘ o ‘The Next Life‘ enseñaban su lado más cálido y sentaban las bases de lo que serían las baladas en toda la carrera de Suede (y de lo que luego Brett trataría de imitar junto a otros cuando Bernard dejó de soportarle).
Suede, el disco de debut, siempre suena a un equilibrio imposible. Allí arriba, sobre el alambre, están dos músicos en apariencia tan alejados como Bernard y Brett. Ellos lo venían de otro modo, o al menos eso contaba Butler:
“De verdad que quería a Brett. Éramos muy cercamos, y siempre he pensado que entre nosotros había algo emocional, y musicalmente desde el comienzo fue muy íntimo. Nos veíamos a nosotros mismos, desde el principio, como Morrissey y Marr, pero con una relación cálida, no como la de ellos. Éramos muy parecidos”.
No obstante, su debut, aun siendo el de los singles brillantes y el de varias canciones hechas mito (ninguna mejor que ‘So Young‘, pocas tan emocionantes como ‘The Next Life‘ o ‘Sleeping Pills‘), tiene altibajos y las ideas y la cercanía de ambos no cristalizará del todo hasta su siguiente disco. Pero eso es otra historia
"So Young" – 3:38
"Animal Nitrate" – 3:27
"She's Not Dead" – 4:33
"Moving" – 2:50
"Pantomime Horse" – 5:49
"The Drowners" – 4:10
"Sleeping Pills" – 3:51
"Breakdown" – 6:02
"Metal Mickey" – 3:27
"Animal Lover" – 4:17
"The Next Life" – 3:32
Créditos
Banda
Brett Anderson - Voz
Bernard Butler - Guitarra, Piano
Simon Gilbert - Batería
Mat Osman - Bajo, Guitarra
Músicos Invitados[editar]
Lynne Baker - Viola
Caroline Barnes - Violin
John Buller - Arreglos de Vientos
Trevor Burley - Cello
Simon Clarke - Saxo Baritono, Saxo Tenor
Phil Overhead - Percusión
Shelley Van Loen - Violin
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