«El cuarto día maquinaba su muerte tumbada allí. Mientras elaboraba mentalmente un listado de recursos, la planificación me proporcionaba consuelo… una madera del suelo suelta, una manta de lana roja, una ventana alta, vigas vistas, el ojo de una cerradura, el estado en que me hallo… Recuerdo lo que pensaba entonces como si lo estuviese reviviendo ahora, como si fuese lo que pienso ahora».
Imagina a una chica de dieciséis años, embarazada y vulnerable, a quien acaban de arrancar de la tranquilidad de su hogar para arrojarla dentro de una furgoneta destartalada. Raptada… Sola… Aterrorizada. Ahora, olvídate de ella. Imagina en cambio a una mente prodigiosa y calculadora de dieciséis años que, desde los primeros instantes de su secuestro, se centra, con tanta serenidad como determinación, en dos cosas: salvar al niño que lleva en su seno y vengarse.
Metódica y fría, pone a punto un plan organizado de manera casi científica, en el que nada está a merced del azar. Su férrea voluntad y su ingenio serán sus mejores armas contra la brutalidad de sus opresores, y lo único que le falta por hacer es esperar el momento ideal para lanzar su ataque
Metódica y fría, pone a punto un plan organizado de manera casi científica, en el que nada está a merced del azar. Su férrea voluntad y su ingenio serán sus mejores armas contra la brutalidad de sus opresores, y lo único que le falta por hacer es esperar el momento ideal para lanzar su ataque
«Inició este patrón el Día 3, lo cual, creo, fue lo que hizo que me pusiera a maquinar en serio. La pregunta formaba parte de la rutina, el hecho de que me trajese la comida y me preguntara si quería más agua. Decidí decir que sí cuando me lo preguntara y resolví decir que sí siempre, aunque la secuencia no tenía ningún sentido. ¿Por qué no me traía un vaso de agua más grande, para empezar? ¿Por qué esa incompetencia?
Sale, echa la llave, las tuberías resuenan en las paredes del pasillo, un borboteo y a continuación un chorro de agua del lavabo, fuera del alcance de mi vista por el ojo de la cerradura. Vuelve con un vaso de plástico con agua tibia. ¿Por qué? Lo que sí puedo decir es que hay muchas cosas en este mundo que son un misterio, como la lógica subyacente a muchos de los inexplicables actos de mi carcelero».
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