Es una novela que, entre otras cosas, ironiza sobre la productividad literaria. El narrador, un hombre educado en la cultura del esfuerzo, está arrepentido de todo lo que ha escrito; es más, le gustaría quedarse completamente mudo en la vida real. Quiere retirarse de todo, pero se lo impide una historia que se cruza en su vida y que unas dramáticas circunstancias le obligan a poner por escrito: su encuentro con unos jóvenes que han fundado la secreta sociedad 'Aire de Dylan' y quieren tener una sola idea al día y entregarse al arte de no hacer nada, dominados por el síndrome de Oblomov (el personaje ‘radicalmente gandul’ de la literatura rusa).
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