Cuando catalogamos películas resulta, en algunos casos, difícil saber dónde está la línea que separa un género de otro. Es común ver como el terror y la ciencia ficción a menudo se entremezclan, pero lo cierto es que hay un género que comparte características de los dos anteriores y pasa desapercibido entre ambos. Nos referimos a la comedia romántica. Un ejemplo muy claro lo encontramos en Pretty Woman, una de las películas más formidables que ha dado la ciencia ficción y que sin embargo no ha pasado a la historia como tal.
Y no, si decimos que el filme de Garry Marshall es ciencia ficción no es porque creamos imposible que un tipo como Edward Lewis se enamore de una chica como la protagonista. De hecho lo vemos bastante lógico. Lo que pensamos es que el guion de J. F. Lawton no habla de la historia de una conquista sino de una abducción. Para desarrollar nuestra teoría, partimos de la premisa de que el lector de esta reseña ha visto la película, por lo tanto nos ahorramos la sinopsis y no nos preocupamos si minamos este texto de spoilers. A fin de cuentas, después de veinticinco años cualquier delito de spoiler sobre Pretty Woman está más que prescrito. Si la profesión de Vivian Ward, la protagonista, condiciona a alguien hasta el punto de no poder abandonar la idea de que es lógico que ella caiga rendida a sus pies, olvidemos que es prostituta y pensemos en términos esenciales: Vivian, el personaje que interpreta Julia Roberts, es un cañón de mujer, económicamente independiente y tiene sentimientos nobles y amigos que se preocupan por ella.
Él, Edward Lewis, es guapo, rico y emocionalmente gilipollas. Va de galán, y sin embargo rompe con su pareja por teléfono; sale de una fiesta sin despedirse de nadie y se lleva un coche que no es suyo. Si a esto le añadimos que parece no haber pisado una autoescuela en su vida, podríamos decir que le ha enseñado modales Farruquito. Por si fuera poco, pese a cruzarse con una infinidad de personas por la calle, nuestro recién soltero de oro elige a una mujer de esquina «para preguntarle una cosa». El ejecutivo sexy interpretado por Richard Gere es tan turbio que hay que insistirle hasta en tres ocasiones para que diga en qué trabaja; no le aguantaba ni su padre y su único amigo es un tío insoportable que va más caliente que el traje de Batman en verano. Es más, Edward no es de fiar, y si no, ¿qué persona aseada de más de doce años no sabe lo que es la seda dental? ¿Qué narices anota en su cuaderno cada vez que observa a Vivian? Y lo más alucinante de todo, ¿por qué se deja un dineral en una puta para ponerla a mirar la tele en vez de a Cuenca?
Es obvio. Edward Lewis es un extraterrestre
En Pretty Woman tenemos los elementos clave de ciencia ficción: el alien que adopta forma humana para pasar desapercibido; el personaje que conecta con el público —aquí la prostituta pseudochoni en el papel de princesa del pueblo—; la nave con forma de coche megasofisticado con el que se lleva a cabo el aterrizaje accidentado; el territorio a invadir, que es el mundo de ella, y el mundo del invasor, atrezado como pijolandia pero, que al fin y al cabo, es un mundo desconocido para los terrestres.
El hotel de lujo, que hace las veces de estación espacial del convoy interestelar, está capitaneado por Bernard Thomson (Barney) al que Lawton asignó la profesión humana de encargado. Sin embargo, es bien sabido por todos que Barney es más que un trabajador de la hostelería pues maneja el cotarro más allá de los muros de su «hotel». De hecho, sus llamadas a otros miembros del planeta de los pijos —caracterizados como dependientes repelentes— serán clave para que Edward consiga convertir a la terrícola en la cíborg madre de sus hijos.
Hay decenas de detalles que desvelan que el personaje de Richard Gere no es un habitante de la Tierra. El ejemplo más contundente es que a sus bien llevados cuarenta años, el bueno de él no sabe lo que es una puta: primero le sorprende que ella cobre por todo, segundo que, habiendo pagado una fortuna por tenerla en exclusiva, pone cara de haber visto un ovni cuando la chica le propone follar. Y en tercer lugar es sospechoso que él, un ser tan guapo que ha tenido varias relaciones, no sepa muy bien qué hacer cuando le practican una mamada.
Pretty Woman es la historia de una abducción, y como en todas las abducciones hay un drama latente y una pérdida inmediata de la identidad. Vivian es arrancada de su mundo y despojada de sus bienes más preciados: su gorra de Oliver Twist, sus botas de charol con imperdibles y su peluca de auténtica crin de Mi Pequeño Pony. A partir de ahora debe lucir look Mónaco si quiere andar por la aeronave, salir al exterior o relacionarse con otros alienígenas pijos de la parte alta del sistema solar. Con invasivos métodos le programan nuevos códigos de conducta e incluso empieza a ingerir cosas que hasta ahora no había probado: champán con fresas, caracoles y la boca de su cliente.
En este largometraje hay una lucha de clases interplanetaria resuelta pacíficamente cuando desde la Tierra envían a Kit de Luca, personaje interpretado por Laura San Giacomo, para intentar rescatar a Vivian de los brazos de Edward. Sin embargo, la misión llega demasiado tarde. El apuesto extraterrestre ya había implantado en el cuello de su amiga microchips de control mental en forma de diamantes; la había expuesto al embriagador sonido de una ópera y le había hecho un trabajo formidable de reprogramación de su mecánica interna sobre el piano de cola. Vamos, que sus estrategias fueron más hechizantes que un concierto de theremines
En este largometraje hay una lucha de clases interplanetaria resuelta pacíficamente cuando desde la Tierra envían a Kit de Luca, personaje interpretado por Laura San Giacomo, para intentar rescatar a Vivian de los brazos de Edward. Sin embargo, la misión llega demasiado tarde. El apuesto extraterrestre ya había implantado en el cuello de su amiga microchips de control mental en forma de diamantes; la había expuesto al embriagador sonido de una ópera y le había hecho un trabajo formidable de reprogramación de su mecánica interna sobre el piano de cola. Vamos, que sus estrategias fueron más hechizantes que un concierto de theremines
.Podríamos estar días señalando la infinidad de elementos de ciencia ficción que encontramos en esta película, sin embargo, creemos que los expuestos son argumentos más que suficientes para justificar nuestra tesis, romper el tópico de que a las mujeres, en general, no les gusta la ciencia ficción y esperar que nunca más nadie vea esta película como una comedia romántica. Así que mientras cualquiera de las cadenas la vuelve a reponer para darnos una alegría de sobremesa, solo nos queda seguir soñando, esto es Hollywood y ciencia ficción.
JotDowm
JotDowm
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