Diez años después de su muerte, y casi 70 desde la publicación de El guardián entre el centeno, la figura esquiva de J. D. Salinger sigue fascinando al mundo. Tras la celebración del centenario de su nacimiento en 2019, lectores de todo el mundo esperan las novedades sobre los textos inéditos que su hijo, Matt Salinger, ha asegurado que están recopilando para publicar próximamente. Antes de que eso suceda llegará al festival de cine de Berlín My Salinger year, la película basada en el libro de Joanna Rakoff, quien trabajase en la agencia literaria que representaba al autor estadounidense. Dos muestras de que su mito sigue muy vivo.
Por supuesto, la popularidad de Salinger también está íntimamente ligada a su decisión de apartarse de cualquier aparición pública, así como su negativa a publicar ningún texto desde que, en 1965, apareciese en la revista The New Yorker el relato Hapworth 16, 1924. Durante décadas se ha interpretado, analizado y teorizado sobre esa ausencia, una postura que ha provocado casi tanta fascinación como su propia obra. Sin embargo, Salinger no es el único autor que ha decidido escapar de todo aquello que conlleva normalmente la profesión de escritor y que no tiene que ver exclusivamente con escribir. Ya sea negándose a ofrecer entrevistas o participar en presentaciones, charlas y otros actos, o bien ocultándose tras un pseudónimo, otros literatos han querido prescindir de los focos para, en muchos casos, acrecentar su leyenda.
El otro gran escritor esquivo estadounidense es, obviamente, Thomas Pynchon, aunque, a diferencia de Salinger, el autor de El arcoiris de la gravedad no ha dejado de publicar libros, aunque sea con cuentagotas. Su negativa a aparecer en actos literarios o promocionales ha dado pie a una mitología que llega desde Los Simpsons hasta la obra de otros autores como Vila-Matas, que ofrece una delirante y deliciosa teoría sobre su auténtica personalidad en su última novela, Esta bruma insensata.
Menos huidizo, pero igualmente alérgico a la vida pública, es Cormac McCarthy. El autor de La carretera o Meridiano de sangre es uno de los escritores más famosos en lengua inglesa de la actualidad, pero apenas se deja ver, y sus entrevistas se cuentan con los dedos de una mano. Por eso causó sorpresa su aparición en el programa de televisión de Oprah Winfrey en 2007, un oasis entre su habitual mutismo. Mucho antes que él, Harper Lee ya había seguido el mismo camino, evitando a la prensa y los actos públicos después del enorme éxito de Matar a un ruiseñor y llevando su secretismo al extremo: desde la publicación de su primera obra hasta que apareció Ve y pon a un centinela, un año antes de su muerte, pasó más de medio siglo, un silencio solo roto por varios artículos.
En otros casos, la huída de la vida pública del escritor se establece mediante la estrategia de crear un personaje que oculta la verdadera identidad del autor. Durante años, uno de los mayores enigmas de la literatura italiana era la identidad de Elena Ferrante, el pseudónimo que utiliza una de las autoras más populares del país. Pese a que varias investigaciones apuntan a la traductora Anita Raja, su nombre real nunca se ha confirmado, añadiendo un aura de misterio a su mito. Ya sea como legítima manera de preservar su identidad o como estrategia de marketing, otros escritores han seguido ese mismo camino. Algunos de los más recientes son los del sueco Tim Davys y la española Carmen Mola, que han hecho de ese misterio su personalidad de marca.
El caso de J. T. Leroy fue aún más lejos. A finales del siglo pasado, este supuesto joven con un pasado torturado era la sensación de las letras estadounidenses, con libros como Sarah y El corazón es mentiroso. Su imagen andrógina también era esquiva, y rechazaba siempre que podía los actos promocionales. Más tarde se desveló que la autora de sus novelas no era sino Laura Albert, una mujer que pidió a su cuñada, Savannah Knoop, que se hiciese pasar por el supuesto Leroy en sus apariciones públicas, en uno de los mayores escándalos de la literatura estadounidense que ha quedado reflejado en un libro, Chica, chico, chica, cómo me convertí en JT Leroy, escrito por Knoop, y la película La mentira de JT Leroy.
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