26.4.20

Enrique Vila-Matas "Un tedio magnífico" Jules Renard


1. Inicio la semana volcado en este dietario, a la búsqueda de alguna frase de aquellas que le quedaban tan perfectas a Jules Renard, uno de mis diaristas preferidos. Leo con pena el artículo de opinión de un colega que durante años, en vista de que no tenía la recepción crítica que esperaba, buscó y logró la ayuda de grandes nombres de la literatura para que hablaran bien de sus libros. Al leerlo, me doy cuenta de que han pasado los años y, a pesar de las frases elogiosas que le dedicaran esos grandes hombres literarios, la obra de mi colega sigue siendo mala, de baja intensidad. De nada le ha servido la protección de los grandes nombres. Ahora él mismo puede ver que le habría resultado más rentable emplear su tiempo en escribir mejor que en coleccionar frases rimbombantes de algunos figurones. Al reflexionar acerca de esto, me viene a la memoria algo que dijo Jules Renard: "Hay grandes escritores y escritores buenos. ¡Seamos de los buenos!".
2. ¡Oh, hacer el viaje de bodas solo!

3 El absurdo despliegue mediático ha tratado de hacernos creer que la joven gallega capturada en Cancún por llevar munición en la maleta lo pasó muy mal en su viaje de bodas. Sin embargo, uno tiene la impresión de que es al revés y que a esa chica no volverá a ocurrirle nada tan relativamente apasionante, tan relativamente interesante en su vida. Lo que más choca de este asunto es que la buena nueva de su liberación habría tenido que llegar acompañada de los resultados de una investigación implacable sobre los verdaderos responsables del enredo. Llama la atención que de éstos ni se habla, la noticia se cierra cuando liberan a la chica. A la pobre peluquera le fastidiaron la luna de miel, de acuerdo. Pero no es seguro que se la empeoraran. Más bien le regalaron una sosa aventura que quizá sea la única historia relativamente intensa de su previsible monótona vida. O tal vez, quién sabe, la rescataron de un tedio probable para hacerla entrar en un tedio parecido.

4. Seis meses de sobriedad. Llevo medio año sin alcohol y poco a poco voy degustando aquel tipo de tedio magnífico del poeta Álvaro de Campos, que desde su ventana miraba perplejo el mundo todas las mañanas. Ahora, entre mis novedades vitales, están el sol que saluda los despertares, el placer de ser cortés, la revelación de que todo es excepcional, el despliegue de gentileza en el trato a las personas, la impresión de vivir en plena tempestad de calma, la satisfacción de haber perdido 12 kilos, el sentimiento de absoluta indiferencia hacia aquellos imbéciles a los que tenía manía antes, la gestión de la herencia literaria del antiguo ocupante de mi cuerpo, el abordaje suave de una lógica espartana del trabajo, la creencia de que los gordos son los demás, la utilización de la ironía templada como rasgo incompleto de felicidad.

5. Elecciones catalanas. Siempre que están al caer, me acuerdo de Eudaemon, la capital de la isla de Macaria. "Eudaemon no és res de l'altre món", podría decir algún candidato en campaña y firmarlo ante notario. Pero lo cierto es que Eudaemon es envidiable. Es un lugar magnífico, hecho para la felicidad. Viven en perpetuo buen humor y sus habitantes son muy educados y consideran que el bien de la república está antes que el interés personal. Todos sus ciudadanos trabajan codo con codo para lograr la felicidad común. Los políticos trabajan el triple y no son mediáticos. Eso sí: son idénticos los unos a los otros, como en todas partes.

6. Carod lleva ya muchos días insistiendo en que de los cinco aspirantes es "el único que de pequeño quería ya ser presidente". No entiendo qué clase de primacía, privilegio o legalidad le concede esto. Primero, porque demuestra seguir siendo pequeño. Segundo, porque es como si Piqué dijera que es "el único que de niño jugaba con soldaditos de plomo".

7. Hay una pregunta que la policía y los admiradores de Agatha Christie han intentado contestar durante los últimos 80 años: ¿Cuál fue la causa de la extraña desaparición de la Reina del crimen durante 11 días en 1926? Andrew Norman, que acaba de publicar una biografía sobre la autora inglesa, cree haber resuelto el misterio, pues ha llegado a la conclusión de que Christie, afectada por las infidelidades de su marido, sufrió un padecimiento amnésico denominado estado de fuga.

8. Como la creación del mundo continúa, decido dejar atrás por un rato la casa en la que, como diría Bernardo Soares, me he creado un lujoso interior "para mantener la dignidad del tedio". La dejo atrás porque hoy no pienso en hilvanar ninguna frase de elogio a la naturaleza, ni nada parecido. Simplemente, salgo. Con las manos en los bolsillos. De inmediato, noto mi incapacidad para sentirme un sujeto unitario, compacto y perfilado. Cruzo una calle de circulación muy agitada, y de pronto me alegro de haber recuperado el instinto aquel de no tener teorías.

En realidad, este Norman no ha descubierto nada porque lo de la amnesia ya siempre se había dicho. Sin embargo, cuanto más resuelven el enigma, más sospecho y confirmo que la versión válida es la que no se podrá demostrar nunca. No es que tenga ganas de llevar la contraria al señor Norman, pero es que también he investigado este asunto y tengo mis contactos, y cada día veo más claro que, por muy disparatado que parezca, la versión más sólida es la de quienes sostienen que Agata Christie tuvo un romance de 11 días con un extraterrestre. Habría sido abducida por él y devuelta a la Tierra en ese plazo de días tan prudente. Fue raptada por un amor marciano que la rescató del tedio de un marido infiel. Y es que las historias de maridos infieles son a veces de un bostezo subido.



* Este artículo apareció en la edición impresa del domingo, 29 de octubre de 2006.

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