El nadador más cinematográfico es Neddy Merrill (con permiso del Tarzán de Johnny Weissmuller). El escritor John Cheever inventó este personaje de la sociedad norteamericana que explora las piscinas de su condado en una suerte de peregrinación acuática que le conduce a una realidad hiriente. Merrill —un trasunto de su autor— nada hasta llegar a su casa deshabitada y triste.
También a Cheever le gustaba nadar en piscinas heladas y emborracharse en ellas. El actor Burt Lancaster convirtió en mítico a Merrill en 1968 gracias a una adaptación cinematográfica algo accidentada: el director Frank Perry abandonó el rodaje por las constantes disputas con Lancaster y fue Sydney Pollack el que finalizó el filme.
Está considerada una de las pool-moviemás brillantes con algunos diálogos memorables: “Fíjate, piscina a piscina, a lo largo de todo el condado, se forma un río que me lleva directo a casa. Lo llamaré el río Lucinda, el nombre de mi mujer”
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