10.7.19

William Shakespeare "El sueño de una noche de verano" 1605


Esta comedia en cinco actos en verso y prosa de William Shakespeare fue escrita alrededor de 1595 y representada hacia la misma época; se publicó in-quarto en 1600 y en 1619, e in-folio el año 1623. Shakespeare parece haber bebido en las fuentes más dispares para este drama: en El descubrimiento de la hechicería, de Reginald Scot (1538?-1599) pudo haber hallado las noticias en torno a Robin Goodfellow, mientras que la historia de la transformación en asno se remonta al Asno de oro de Apuleyo, pero pudo tomarla de Chaucer o Plutarco.

El argumento

Hermia, enamorada de Lisandro, se niega a casarse con Demetrio, contraviniendo así el deseo de Egeo, su padre. Demetrio, por su parte, es amado por una amiga de Hermia, Elena, a la que ha abandonado para casarse con Hermia. Según la ley ateniense, el duque Teseo da a Hermia cuatro días de tiempo para que obedezca la voluntad paterna, transcurridos los cuales habrá de morir.

Hermia y Lisandro se ponen de acuerdo para abandonar Atenas secretamente y casarse donde la ley no pueda alcanzarles. Planean encontrarse en un bosque a unas millas de la ciudad. Hermia revela el plan a Elena, que informa de ello a Demetrio. Demetrio sigue a Hermia al bosque y Elena sigue a Demetrio; de manera que los cuatro se hallan en el bosque aquella noche.

Oberón y Titania, rey y reina de las hadas, que habitan en el bosque, han reñido por causa de un paje. Oberón pide al duendecillo Puck, símbolo de la volubilidad del amor, que le procure cierta flor mágica cuyo jugo, vertido en los ojos de Titania mientras duerme, hará que se enamore del primer ser a quien vea cuando despierte. Oberón oye en el bosque a Demetrio reprochar a Elena que ande siguiéndolo, y deseoso de reconciliarles, ordena a Puck que vierta un poco de aquel filtro amoroso en los ojos de Demetrio cuando Elena esté junto a él.

Pero Puck, tomando a Lisandro por Demetrio, le da el filtro, y como Elena es la primera persona que Lisandro ve al despertar, le dirige palabras de amor; pero no consigue sino irritarla porque piensa que Lisandro se burla de ella. Oberón, descubierto el error de Puck, vierte el jugo en los ojos de Demetrio, de modo que ahora son dos los que cortejan a Elena. Las dos mujeres se pelean mientras los hombres se preparan a desafiarse por Elena.

Mientras tanto el rey Oberón ha puesto el filtro en los párpados de la reina Titania, quien, al despertar, halla a su lado al tejedor Bottom con una cabeza de asno en lugar de la propia. Bottom, con una compañía de artesanos atenienses, se hallaba en el bosque ensayando un drama que había de representarse para festejar las bodas del duque Teseo, y Puck le había puesto la cabeza de asno. Titania se enamora de Bottom en cuanto lo ve, y lo requiebra por su belleza. Los sorprende Oberón, quien compadece a Titania, y después de recuperar al raptado paje, frota los ojos de su esposa con una hierba que la libera del encanto.

Puck, por orden del rey Oberón, rodea a los amantes humanos y los reúne: mientras duermen unos junto a otros, exprime en sus ojos la hierba que deshace el encanto, de manera que al despertar vuelven a los amores de antes. Se presentan el duque Teseo y el padre de Hermia, Egeo; los fugitivos son perdonados y las parejas se casan. El drama termina con una escena de Píramo y Tisbe recitada de manera grotesca por Bottom y sus compañeros para las bodas de Teseo e Hipólita, reina de las Amazonas.

Amor y fantasía

Los diversos hilos del drama (las bodas de Teseo e Hipólita, la disputa de Oberón y Titania, la fuga de los cuatro amantes, la representación de los artesanos) se enlazan del modo más ágil en un suntuoso tapiz de vivaces colores sobre un fondo de mágica floresta. El mundo clásico y el mundo de las hadas se funden como en un "triunfo" del Renacimiento tardío: en la pareja Oberón -Titania hay un reflejo de la antigua disputa entre Júpiter y Juno, y aquellos dos seres parecen participar de la serena belleza de los dioses de Grecia, mientras el duendecillo Puck pertenece al mundo tenebroso y mítico de la superstición nórdica.

La encantadora ligereza del mundo de los elfos concierta con la vicisitud humana; hasta los movimientos y las pasiones de los enamorados parecen desarrollarse según arabescos de ensueño, se desenvuelven en absurdas dificultades y se disipan en encanto como una danza elegante y abstrusa gobernada por el capricho de Amor. Una alegre y absurda metamorfosis se apodera hasta de los humildes artesanos, que no son fantoches marginales en el cuadro, sino que se hallan envueltos en una misma atmósfera mágica; y Bottom, con la cabeza de asno, y la grotesca representación de Píramo y Tisbe, no parecen tan emparentados con el mundo clásico de Luciano de Samósata y de Ovidio como con las singulares invenciones y absurdos fantasmas de El Bosco. El mundo fantástico de las alegorías del Renacimiento y el mundo amoroso de las novelas caballerescas, con sus fuentes que encienden o hielan el amor, hallan aquí su más perfecta y poética expresión.


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