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Lo anunció Anagrama en su día: con motivo de la celebración de su 50 aniversario, muchos de los nombres importantes del sello verían publicada alguna novedad a lo largo de 2019. Nos queda ahora claro que aquel anuncio no hacía referencia solo a los autores vivos del catálogo. El caso de Charles Bukowski (Andernach,1920 – San Pedro, 1994), con quien la editorial mantuvo siempre una relación muy especial (ahí quedará para la historia la famosa visita que le hicieron Jorge Herralde y Lali Gubern), resulta paradigmático.
Uno de los objetos de estudio de Calonne son las columnas que Bukowski escribió bajo el título “Escritos de un viejo indecente”, que no solo firmó para la mítica revista Open City (aquellas, las primeras, vieron la luz en forma de libro en 1969, que en su día publicó íntegro Anagrama) sino que continuaron a lo largo de los años setenta y ochenta en diferentes cabeceras. La búsqueda y catalogación de todas ellas dieron lugar a la publicación de More Notes of a Dirty Old Man (2011) –que yo sepa, inédito en España– y Las campanas no doblan por nadie (2015), que grosso modo viene a recopilar los relatos que el “viejo indecente” publicó bajo ese subtítulo en L. A. Free Press durante la primera mitad de la década de 1970, más algunos que otros jugosos bonus tracks.
De dichos bonus tracks cabe destacar un interesantísimo relato primigenio, fechado en 1948 pero rigurosamente inédito hasta el momento, así como una pequeña recopilación de relatos pulp publicados en las revistas eróticas Hustler y Oui entre los años 1978 y 1985, que me han hecho recordar aquellos que escribiera nuestro escritor más cafre, Carlos Pérez Merinero (1950-2012), para la revista Penthouse. El (brillante) último relato que se incluye en este volumen se titula, precisamente, “Las campanas no doblan por nadie”. La alusión a Hemingway y su ¿Por quién doblan las campanas? no se le escapa a nadie. No obstante, más allá de ser un mero juego de palabras, sorprende comprobar cómo la figura del de Oak Park revolotea, en forma de fantasma, sobre muchos de los textos aquí incluidos.
“¿Cómo se enfrentaría Ernie a esta situación?”, escribe Charles Bukowski en “Nina la bailarina” (Fling, 1972), y no cabe otra que entablar paralelismos con aquel “¿Qué haría Horatio Alger en esta situación?”, que tanto gustaba preguntarse Hunter S. Thompson en su Miedo y asco en Las Vegas (1971). Una posible equiparación entre dos escritores tan a priori distintos como Hemingway y Alger da desde luego mucho que pensar, como da también mucho que pensar esta reflexión encontrada en el relato “Un trozo de queso” (Fling, 1972): “Me vestí, me fui a casa y leí uno de los muchos libros que hay sobre la vida de Ernest Hemingway y me pregunté si Ernie haría con las mujeres todas las cosas que hacía yo. De ser así, debió de dejar de hacerlas o no se habría volado los sesos con una escopeta”. ¿Bukowski echándole un pulso a Hemingway? ¡Bukowski en estado puro!, pues como éstas hay unas cuantas más.
Disfrutadas cada una de estas páginas (con sus correspondientes dibujitos) como hacía tiempo que no disfrutaba leyendo a Bukowski, puedo atestiguar que Las campanas no doblan por nadie no es ninguna rareza, no es ningún compendio de obras menores sino un claro complemento esencial a los grandes títulos de una obra que no pudo nunca dejar de ser auténtica. Feliz aniversario.
@FranGMatute
El cultural 2019
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