17.10.19

Javier Blánquez "Loops".Volum I-2002 Volum II-2018

La música electrónica se ha pasado la mayor parte de su vida en la sombra. Hablamos de décadas, muchas décadas. No nació con los Avicii y Steve Aoki. Tampoco en los 90 con bandas tan populares como Orbital o The Chemical Brothers. Ni tan siquiera con John Travolta en Fiebre del sábado noche o la aparición de Kraftwerk, «los Beatles de esta historia», a principios de los 70. Tiene, de hecho, más de un siglo de existencia. «Es anterior al rock and roll y a figuras como Jerry Lee Lewis o Buddy Holly. Las máquinas estuvieron más cerca de la música de lo que se cree», apunta Javier Blánquez, autor de «Loops 2»
(Reservoir Book, 2018), un estudio sobre la electrónica en el siglo XXI, que continúa la senda de «Loops 1», libro de culto ahora reeditado y ampliado para actualizar la mirada sobre su evolución en el siglo XX.

El primer volumen, publicado en 2002, iniciaba el relato en su nacimiento allá por 1910. En concreto, con la publicación del « Manifiesto futurista» de Filippo Tommaso Marinetti y los primeros intentos de hacer música con máquinas por parte de Luigi Russolo. «Los futuristas hemos amado profundamente las armonías de los grandes maestros. Durante años, Wagner y Beethoven han agitado nuestros corazones. Ahora estamos saciados y encontramos mucha más fruición en la combinación de ruidos de los raíles, el motor de explosión y las masas aullantes, que en las sinfonías ' Heroica' y ' Pastoral'», escribía este último en El arte de los ruidos (1913).


Desde entonces, asegura Blánquez, se ha intentado desacreditar a la electrónica de muy diversas formas, además de su asociación con el consumo de drogas. «Por ejemplo, cuando se dice que es una música hecha por máquinas –expone–, pero no es verdad, porque no es inteligencia artificial. O los que aseguran que lo que hace un disc jockey lo hace cualquiera. Pues tampoco, porque crear un discurso propio juntando dos discos es muy complejo, aunque la evolución tecnológica haya facilitado que entren muchos mediocres en este mundo. Hacer música como la de Aphex Twin es tan complicado como el jazz de Charlie Parker. Solo está al alcance de talentos superiores».


Aunque la decisión de publicar «Loops 1» generó muchas dudas «razonables» por parte de la editorial, uno de sus objetivos fue precisamente intentar acabar con esos clichés. «Ten en cuenta –apunta el autor– que no había ninguna experiencia similar en España y, aunque fue Reservoir Books quien se empeñó en sacar adelante el proyecto para saciar la curiosidad por aquel fenómeno cada vez más popular de las raves, la música de club y festivales como el Sónar, no sabía si el mercado respondería». El libro, sin embargo, se convirtió en todo un fenómeno social. Un long seller reimpreso en cinco ocasiones durante varios años (más de 15.000 ejemplares vendidos) antes de desaparecer. Después su precio en el mercado de segunda mano se disparó hasta cifras que el mismo Blánquez califica de «disparatadas»: «Lo he visto a 150 euros en algunas librerías. En Amazon, a 500. Mucha gente me escribía desesperada porque no sabía cómo conseguirlo».

En el cotizado volumen, el escritor y periodista –junto al DJ Omar León y otros 12 especialistas– abordó con ambición enciclopédica casi un siglo de música electrónica: desde la labor de aquellos pioneros hasta el triunfo del house a mediados de los 90, pasando por el ambient de la era Moog, las raíces jamaicanas del dub, el éxito de Kraftwerk, la irrupción del techno de Detroit, los inicios del hip-hop, las variantes del italodisco o el french touch y las conexiones con el universo del pop, el rock, el cine y la literatura. «A la luz de todo esto, una de la razones que explica su tardía popularización es que la gran industria discográfica solo le abría las puertas a lo nuevo si sabía que iba a ganar dinero con ello», subraya el autor sobre las más de 600 páginas de «Loops 1», calificadas por expertos y aficionados como la «Biblia de la música electrónica».

En Loops 2, Blánquez se encarga de analizar –esta vez solo– los cambios que ha experimentado esta en lo que llevamos de siglo, después de haberse convertido en multitudinaria. Una visión exhaustiva (629 páginas más) sobre la expansión digital del techno, la conquista de Ibiza, la masificación del EDM, su incursión en Sudamérica, África y el Sudeste Asiático o la aparición de decenas de variantes como el house progresivo, el electroclash, el dirty south y el trap, por citar solo algunas. «Me salían más de cien géneros, pero si incluía los subgéneros y otras etiquetas extrañas, se acercaban a los tres centenares.

Con el nuevo milenio, sin embargo, la aceleración se ha producido en la difusión, el consumo y el entorno, no tanto en la creación. No ha habido sorpresas, sino una tendencia a la regresión y a la nostalgia. A mí me gustaría que surgiera una nueva rama más allá del house, el techno, el electro y todos los estilos con la raíz jamaicana “dub” surgidos entre los años 70 y finales de los 90. Si buceas en el árbol genealógico del trap, por ejemplo, llegas al reggae y el rap. No creo que sea una transformación espectacular con un lenguaje nuevo», subraya el también profesor de «Historia y estética de la música moderna» en la escuela Eumes de Gerona. Y cita entre los antecesores de esta nueva fiebre a figuras del hip hop del sur de Estados Unidos de mediados de los 2000: T.I., Gucci Mane y Lil Wayne, o Waka Flocka Flame y Travis Scott, después.

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