Antes que nada fue el cine. Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) ha recordado en numerosas ocasiones, ya sea en sus libros, entrevistas o en el celebrado documental que le dedicó Emili Manzano ('Extraña forma de vida. Una historia abreviada de Enrique Vila-Matas') su paso por la revista FOTOGRAMAS, tarea que en un primer momento desempeñó entre 1968 y 1970, y más adelante, ya desde París, llevando una sección dedicada al cine más innovador desde donde informaba sobre cineastas como el gran Philippe Garrel, que él mismo acababa de descubrir en la Cinémathèque. Gracias a nuestra directora, Elisenda Nadal, obtuvo su primer trabajo, que de alguna manera lo predestinaba a la escritura, aunque lo que más le interesaba por entonces era el cine.
En el número de Cahiers du Cinéma que puede conseguirse en los raros kioscos que todavía se abastecen de prensa internacional, recuerda sus famosas 'entrevistas inventadas' a personalidades como Marlon Brando, Nureyev o Anthony Burgess, que falsificó "porque no quería que descubrieran que en realidad no sabía hablar inglés. También hice entrevistas reales, pero tergiversando las respuestas. Como eran artistas extranjeros nadie se daba cuenta, pero cometí el error de hacerlo también con cineastas españoles como Juan Antonio Bardem o Francisco Rovira Beleta, que hizo una película muy famosa, 'Los Tarantos', en 1963. Como no estaba de acuerdo con su manera de ver el cine, cambiaba sus declaraciones para hacerles decir lo que yo pensaba. Se dieron cuenta, y se quejaron a la dirección de la revista..."
Entonces aquel joven inconsciente, apenas si tenía 18 años, y también colaboraba en la revista Destino, a las órdenes de Pere Gimferrer, poeta y cinéfilo de exquisito paladar, para el que el joven Vila-Matas tuvo la desfachatez de firmar algunas críticas de películas que no había visto, dejándolas muy mal, por supuesto. Fue en esa época, cuando decidió lanzarse a la dirección, con el resultado de dos cortometrajes, que rodó en Cadaqués con dinero de su padre: 'Todos los jóvenes tristes' y 'Fin de verano'.
En Cahiers du Cinéma, describe así el primero: "Era una imitación de 'Teorema', de Pasolini, sobre un ángel que llega a la casa de una familia y la destruye, con una estética a lo Glauber Rocha, que en aquel momento también estaba rodando en Cadaqués 'Cabezas cortadas' (1970), con Pierre Clémenti y Paco Rabal. Al mismo tiempo, una tercera película se rodaba en Cadaqués, 'El faro del fin del mundo', de Kevin Bellington, con Kirk Douglas, Yul Brynner y Samantha Eggar.
Coincidíamos todos en el mismo restaurante. El equipo de un corto independiente sin un duro y una superproducción. Renato Salvatori, que también participaba en el film de Bellington, había venido con su mujer, Annie Girardot. Una noche, nos invitaron a una fiesta en su casa. Desde que vi, con 14 años, 'Rocco y sus hermanos' (Luchino Visconti, 1960), Annie Girardot era para mí un mito sexual, y cuatro años después me encontré bailando con ella. Estaba tan emocionado, que la pisaba sin querer mientras bailábamos. El final de la noche se complicó un poco. Llegué a la fiesta con un grupo de izquierdistas que robaron algunos objetos en la casa, hasta que Salvatori, que interpretaba al boxeador en 'Rocco y sus hermanos', me cogió por el cuello. Había bailado con Annie Girardot y me vi enzarzado con Salvatori: aquella noche estaba hasta el cuello en la película de Visconti".
No hay comentarios:
Publicar un comentario