He leído y oído yo muchas veces que la novela “El guardián entre el centeno”, de JD Salinger, es algo así como el libro de cabecera de varios asesinos estadounidenses, o que, como mínimo, la policía lo ha encontrado entre sus pertinencias al ser detenido el asesino de turno. Ese dato se ha repetido tanto que ya se ha convertido en algo así como un tópico, y parece otorgar al libro de Salinger una especie de aureola maldita. Yo he leído un par de veces la novela y jamás encontré en ella motivos para entender su ascendencia sobre los asesinos estadounidenses ni, menos aún, razones para matar a nadie.
Pues, en fin, que el otro día veía una película y un personaje le preguntó a otro:
-¿Has leído “El guardián entre el centeno”?”
-Claro. Era de lectura obligada en el colegio.
¿“El guardián entre el centeno” era de lectura obligada en los colegios de los Estados Unidos? Coño, pues por el mismo razonamiento, si se analizan las posesiones de los asesinos catalanes de mi generación encontrarán siempre un ejemplar de “La plaça del Diamant”, o uno de “El mecanoscrit del segon origen”. Es decir, podemos afimar con rotundidad que los asesinos catalanes tienen como su libro de cabecera “La plaça del Diamant”. Mierda, otro bonito tópico desmontado.
Paraguas en llamas
Paraguas en llamas
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